Noche grande ante el derbi de Madrid

Partidazo habemus en este segundo miércoles de Cuaresma así que den las nueve en todos los relojes de la noche madrileña. Derbi madrileño por antonomasia, sin nada que ver con otros parecidos, pero que no pasan de sucedáneos. Un Atlético-Real Madrid siempre fue el derbi por antonomasia antes de que la novelería siempre de guardia le adjudicase el apelativo de Clásico al choque entre madridistas y barcelonistas, vulgo culés.

Lo de esta noche es un acontecimiento de alto standing, un motivo de revancha para la grey colchonera, harta que debe estar de la supremacía del enemigo más íntimo. Con ventaja de un gol madridista, la partida entre la banda del Cholo se aventura ciertamente arriscada, plagada de obstáculos compartidos, posiblemente a partes iguales. Aquel golazo de Julián para poner tablas en la ida fue contrarrestado luego por una acción de listo de Brahim y ahí quedó la cosa.

El gol de Sergio Ramos en el minuto 93 de la noche lisboeta al entonces rojiblanco Courtois que tanta tinta lleva derramada es una afrenta que los colchoneros llevan clavada en el alma. Y hoy se encuentran con la oportunidad de borrarla de sus recuerdos peores. Un gol de ventaja que no creo que diga gran cosa, pero sí dice a boca llena que la competición que se libra parece que se ideó a la medida del Real Madrid, que para algo fue Santiago Bernabéu uno de sus fundadores.

Aunque las generaciones actuales no lo sepan, las finales del Realísimo en la Copa de Europa paralizaban a todo un país que se arremolinaba junto a la radio de cretona (Burgos dixit) cuando aún se creía que la televisión era un milagro inalcanzable. Y hoy es un día que reedita aquellas manifestaciones de fervor futbolístico. Puede ser una gran noche para el aficionado y seguro que lo será para una de las dos religiones madrileñas en el auténtico derbi de la capital. El único.