Salud sin fronteras
La IA y la humanización
Los que hacen propaganda en nombre de Pablo Iglesias decían que el Rey se había prestado a negociar con neonazis en Paiporta. El presunto nazi era el honrado propietario de un negocio de tatuajes que se ha quedado, efectivamente, sin nada. Para el entorno del PSOE su obsesión en estos días ha sido justificar la espantada del presidente del Gobierno ante los indignados vecinos. La única persona agredida de verdad el domingo fue la Reina, pero no han surgido voces feministas que condenen el bolazo de barro que recibió en el rostro la esposa de Felipe VI. Todas las solidaridades han sido para un presidente que, como siempre, no estuvo en su sitio. Al menos la actitud de los Reyes se explica por sí sola ante los ojos y corazones de la gente.
Ni cortinas de humo podrán tapar la alarmante incompetencia de la Generalitat valenciana. El PP ahí debe hacer limpieza general. Y también echar una miradita por aquí abajo.
En el caldo mediático actual, puchero de lo más delirante, se maceran a gusto los bulos. Habrá que valorar que Íker Jiménez haya hecho reflexión pública (aconsejado desde lo más arriba de su casa) por su desatada operación solidaria y por dejarse guiar por funestas predicciones, sensacionalismo de calado hiriente, como lo del párking de Bonaire, donde al final no había ni un solo cadáver.
Por uno de esos propagadores es por los que ha debido pedir disculpas. Por Rubén Gisbert, el de las rodilleras de barro. No era sólo una anécdota, el tal activista pro-Putin fue de los que más alimentó la previsión de “cientos de muertos” en el aparcamiento anegado. Hay más, en Conspiranoicos destapan otro vídeo del tal Gisbert, que se colaba de noche en una residencia de ancianos de Albal para denunciar que estaban abandonados. Los asistidos estaban en sus camas descansados, debidamente atendidos el resto del día.
No se debería malgastar ni un segundo más por Gisbert, pero el mundo se ha quedado propicio para los manipuladores y farsantes de este calibre.
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