Desde la Moncloa se torpedea el fútbol

Cuando la autoridad ecuménica que maneja la barca, léase FIFA y UEFA, le paró los pies al sanchismo autorizando que Pedro Rocha supliese a Rubiales creímos que el Gobierno quedaba escarmentado y que no volvería a meter la mano en asuntos futbolísticos. Craso error en el vaticinio, pues la mano sanchista es tan alargada que ni se sabe hasta dónde es capaz de llegar y aquí estamos, con el escándalo de guardia a cuestas.

La forma en que el Consejo Superior de Deportes ha entrado en el caso de los dos barcelonistas que no estaban inscritos es una muestra más de cómo el sanchismo se pasa la legalidad por el arco triunfal. Ponga usted todas las normas precisas a fin de que el fútbol no vuelva a precisar de un Plan de Saneamiento para que un dedazo ominoso rompa la baraja y se salte la legalidad vigente para solaz de un presidente que expresa su contento a golpe de insultos y cortes de manga.

¿Con qué autoridad puede ahora LaLiga exigir el cumplimiento de la norma? ¿Con qué fuerza moral podrá seguir exigiendo Tebas que se cumpla con el límite salarial? Cada castillo que se levante durante el mandarinato vigente es de naipes que con un soplo monclovita se viene abajo. Y si el Barça ya era más que un club en tiempos de Franco, en el sanchismo se demuestra que esa vitola continúa vigente y sólo hay que ver quiénes sostienen al mandarín en la Moncloa.

¿Seguirá el resto de clubes haciendo encajes de bolillos para fichar o se abre la veda de la austeridad? Esta injerencia política es un torpedo en la línea de flotación de este hermoso juego llamado fútbol. ¿Con qué autoridad moral seguirá dictando normas el organismo que preside Javier Tebas? Por cierto, resulta ominoso el silencio generalizado en el fútbol profesional con ese Florentino Pérez callado como una puerta porque el horizonte se llama Superliga. Qué espanto todo.