En manos de aquellos criminales

Veintisiete años ya de una madrugada en la que a todos nos mataron un poco, o un mucho, o nada, que de todo hay en esta viña tan sorprendente. Aquellos niños que al drama dormían ya son adultos y los criminales andan por las instituciones rigiendo las vidas de sus vecinos, tan conniventes. No sé si el dios de la lluvia llorará como lloraba en aquel espeso y largo día de velatorio y consternación, de estupefacción y de contenida ira, pero veintisiete años después de que unos pistoleros segasen la vida de un matrimonio joven que acudía al encuentro de sus hijos dormidos, los sentimientos son los mismos que entonces. Sólo ha cambiado que aquellos niños dejaron de serlo y que las alimañas que tanto dolor causaron andan en la sucia tarea de manejar los hilos de una sociedad que nunca podrá entender lo que pasa.