Se llama Pepe

Si hay un nombre que estadísticamente se repite y se convierte en el más frecuente para los varones, es el de José, o según la abreviatura latina, con el apócope de Pepe. ¿Quién no conoce a Pepe? ¿Quién no le pone apellido a un hombre bueno que se llama así? Todos hemos conocido en nuestra vida a un padre, un familiar, un amigo o un vecino que recibe el nombre del santo patriarca, y en este día le honramos con nuestro cariño y amistad.

En todas las cofradías, hay un hombre bueno que, de llamarse José, por la vía de la cercanía, se ha venido a conocer por Pepe. Me vienen a la mente muchas referencias, muchos buenos amigos que ya no están y otros que, afortunadamente, me siguen regalando su presencia sobre este valle de lágrimas en el que florecen las azucenas del santo padre putativo de Jesús Hombre Salvador. Hay un Pepe hermano mayor, un Pepe mayordomo, un Pepe que en la priostía de la hermandad se pasa las horas y las horas, y por supuesto, una Pepita en la mesa de recuerdos, o entre las camareras, o entre las hermanas que, con más entrega y cariño, se ofrecen a la cofradía para darle gloria y esplendor.

Llamarse Pepe, o Pepita, es tener el gozo de que te impongan el nombre del amor sin condiciones, nombre azul del amor que se entrega sin pedir nada a cambio, y por eso, el azul de San José Obrero. Hoy le rendimos homenaje a José, a Joselito, a José Manuel, a José Antonio y a todos los que, por múltiples variantes, celebran hoy su onomástica. Llamarse José es tener nombre de santo grande, pero al que se le conoce como Pepe tiene en su nombre la familiaridad con el mismo Dios. Esos valores que tanta falta hacen en el mundo de hoy, y a los cuales tenemos que seguir remitiéndonos para que la vida vuelva a ser lo que fue. Si te llamas Pepe, te felicito de todo corazón. Aunque no sea festivo, acude a misa, y reza ante una imagen de tu santo patrón. Aprendamos todos de su manera de ser el padre de Dios hecho hombre. Bendito patriarca San José, ruega por nosotros.