En Lisboa y París, hermosos cantos al desorden

24 de enero 2025 - 03:07

Dos partidos de la reciente jornada de Champions se han quedado en la memoria y me imagino que para mucho tiempo. Uno fue como un canto a ese fútbol tan hermoso como anárquico que gusta al aficionado y del que abominan los entrenadores. El otro fue un retroceso al fútbol en estado puro bajo un aguacero inmisericorde y un equipo rebelándose para voltear el marcador en una especie de acoso que acabó en derribo.

Lisboa y París como lugares y Da Luz y el Parque de los Príncipes como escenarios de dos auténticas odas al fútbol. Fútbol con sus errores y sus aciertos, con sus idas y venidas en el primer caso para un marcador inusual en estos tiempos de encorsetamientos tácticos. Tenía el partido claro color local con un Benfica rico en eficacia ante un Barça que no comprendía qué le estaba pasando hasta que en la última campana dio aquello un vuelco sorprendentemente emotivo.

Y todo con la traca final de un minuto para la historia de un equipo desnudando sus espaldas mientras reclamaba penalti para que acabase con gol en contra a la contra. Fue lo de Lisboa tan hermosamente imperfecto que partidos así han sido los que han convertido el fútbol en el mayor espectáculo del mundo. Un día después, otro partido para la historia bajo el diluvio y para que en sólo diez minutos se fuese del 0-2 al 2-2 y con media hora por delante de fútbol total.

Tras el gol de Haaland parecía que estaba todo el pescado vendido para que Guardiola le diese sopas con honda a Luis Enrique. Compañeros y, sin embargo, amigos desde aquel oro en Barcelona-92, la noche iba a convertirse en una caja de sorpresas gracias al toque de rebato del PSG ante un City que anda preguntándose qué es lo que le pasa. Lisboa y París, dos partidos para la historia, dos formas de entender el fútbol y siempre bajo un desorden táctico que lo hermosea.

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