Ramón Cañizares Japón

Un libro recorre la vida del pintor Francisco Pérez de Pineda

08 de octubre 2024 - 03:07

El 22 de septiembre de 1724 recibió sepultura en la iglesia de San Lorenzo el pintor Francisco Pérez de Pineda, por lo que estamos ante el tercer centenario de su muerte.

Este singular artista tiene a día de hoy poca obra conocida, pero gozó de prestigio entre sus colegas, y vivió una larga e interesante vida, coincidente con la Sevilla barroca.

Se bautizó en la parroquia de San Vicente el 23 de agosto de 1641. Su padre, Andrés Pérez de Híjar, fue un notable alarife que llegó a ser maestro mayor de obras de la Catedral (1667-1669). Una de las conclusiones que sacamos de la vida de este arquitecto es que adquirió propiedades inmobiliarias que dejó en herencia a su único hijo, Francisco, lo que le permitió tener una vida desahogada pues, como se dijo de él, “vivió prácticamente de la renta”.

En 1654 Francisco, que contaba con 13 años de edad, entró en el taller del pintor Sebastián de Llanos y Valdés, que lo tomó de aprendiz, aunque Ceán Bermúdez dijo de Pérez de Pineda que fue “discípulo de Murillo, a quien procuró imitar”.

La vida de Pérez de Pineda estuvo marcada por un hijo natural, Andrés Leonardo Pérez (1660-1718), también notable pintor, el cual ha sido confundido con otro artista sevillano, Andrés Pérez Murillo (1669-1727). Andrés Leonardo tuvo el cariño de su abuelo pues, además de conservar su nombre, fue beneficiario en su testamento con 100 ducados que dejó “a Andrés Leonardo, mi nieto, hijo natural del dicho Francisco Pérez de Pineda, hasta que el susodicho tome estado o tenga edad suficiente”. Se dijo que Pérez de Pineda renegó de su hijo ilegítimo, pero no fue así, ya que vivió con él hasta que cumplió 23 años, compartiendo vivienda incluso con las dos esposas legítimas de su padre y con cuatro hermanastros.

La primera de estas esposas fue Ana Ventura, hija del comerciante de Indias Juan Tinajero, con la que se casó el 13 de abril de 1667 en la iglesia del Salvador, de quien no tuvo hijos. Tras la prematura muerte de Ana se casó, esta vez en Omnium Sanctorum, con Leonarda Jacinta Romero, con la que tuvo once hijos, aunque sólo le sobrevivieron tres, siendo el primogénito Francisco Ignacio (1676-c. 1754), también maestro pintor.

A pesar de vivir de la renta de varias casas que administraba en las collaciones de San Vicente, San Martín y San Lorenzo, Francisco Pérez de Pineda pagó un tributo anual durante casi toda su vida, por una vivienda con mirador que estaba en la esquina de las actuales calles Alcoy y Santa Clara, “frente a la torre” de la parroquia.

Aunque se le están atribuyendo últimamente algunas obras, sólo tiene documentados dos lienzos: el del Triunfo de la Fe (1686) de la capilla mayor de San Lorenzo, y el Niño Jesús y San Juanito con el cordero (1693), que está en las dependencias de la Archicofradía de Jesús Nazareno. No obstante, la gran obra que fue proyectada por él en 1707 fue la pintura mural de la capilla de su Hermandad Sacramental de San Lorenzo, que fue terminada por Domingo Martínez y Gregorio de Espinal una década después.

Hemos analizado su vida y su obra y su relación con el barrio de San Lorenzo en el Barroco, pues con su periodo central coincidió su ciclo vital, en una publicación de la Universidad Pablo de Olavide, que verá la luz próximamente.

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