Manuel Campo Vidal
Por un alto el fuego en España, como en el Líbano
Jornada ciertamente singular esta decimotercera en la que hubo una sorpresa indudable, la de que la titubeante Real Sociedad como local cambiase hasta convertirse en un tsunami que se tragó al omnipotente Barça. Una jornada en la que se reivindicaba Vinicius mediante un triple con el que mandó a la lona a Osasuna y en la que, una vez más, un saque largo de Oblak le dio al Atleti la posibilidad de cantar bingo, esta vez en Son Moix.
Junto a esas singularidades, la archirrepetida sensación de vulnerabilidad que da el Sevilla jornada a jornada. Un lugar que se aventuraba a propósito se convirtió en rodeo para la frustración por el camino de lo absurdo. Un gesto inapropiado en un profesional de elite privó a la tropa de García Pimienta de pescar en un caladero como el campo del recién ascendido Leganés. La cara de Pimienta y de todo el sevillismo tras la incongruencia de Agoumé quedó para los anales.
Al día siguiente, el Betis volvía a salvar parte del mobiliario con el árbitro mirando el crono. El gol de Bartra en el minuto 95 llevó algo de justicia a un marcador que no reflejaba lo que había ocurrido en el campo. Ante un buen Celta, los de Pellegrini tuvieron juego y remate para haber solucionado las cosas y, desde luego, reservar al amonestado Cardoso no fue la mejor decisión del incuestionable entrenador chileno en un mediodía que se estaba encarrilando.
Ese punto que rescató Bartra sobre la bocina permite al Betis seguir en una zona continental que pudo ser más noble de no haber acertado Guruzeta con la red del desafortunado arquero pucelano. Jornada decimotercera que nos dejó la constatación de la feble estructura sevillista, de que el Barça es menos sin Yamal, de que Vinicius es lo que es, de que Oblak se ha convertido en asistente de lujo y de que el fútbol según Sevilla es francamente mejorable. Queda un mundo, pero...
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