La ventana
Luis Carlos Peris
Pasaron los fastos, llega la cuesta
Siempre y cuando no incordien los egos, el entendimiento entre dos buenos futbolistas siempre será más factible que la compenetración entre tuercebotas. Al fútbol se juega de oído siempre y cuando el encartado esté capacitado y ahí es donde aparece lo que se da en llamar una pequeña sociedad, la conversión de dos concertinos en aliados. Y para esto, el obstáculo principal, o único, es el ataque de celos que fastidie el invento,
Suele producirse de inmediato la alianza entre estrellas, algo que está apareciendo en el Betis con la de dos futbolistas tan buenos como son Isco Alarcón y Gio Lo Celso. Hubo reticencias la noche del Rayo, que fue la primera en que ambos compartieron titularidad. Entonces se vio cómo el argentino parecía sin sitio ante la irrupción del mago malagueño. Andaba cortado, como gallo en corral ajeno y fue cuando relevaron a Isco el momento de decir aquí estoy yo.
Ese día crecieron las inquietudes y se dudó de la compatibilidad de ambos, pero en cada partido se comprueba que esa alianza va a darle muchas alegrías al bético. Por lo pronto, la alegría principal ha sido la vuelta en plenitud de Isco tras una lesión que se alargaba y que parecía eternizarse tras aquella soldadura del peroné en falso. El mago malagueño ha vuelto pletórico y su recital del sábado en la nevera oscense fue la confirmación de un retorno espléndido.
Y con el papel esencial de Cardoso en la resta, la dupla que forman ambos registas debe ser la plataforma desde la que el Betis de Manuel Pellegrini ascienda una cuesta que no es sólo la de enero, sino la que conlleva llegar al final de curso con idéntica solvencia a los cuatro que el Betis remató bajo las órdenes del andino. No hay, por tanto, que dudar de la efectividad de una sociedad de tanto brillo. Sólo falta pedir que esos egos que tan perniciosos son no influyan, sólo eso.
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