El parqué
Avances desiguales
Tribuna Económica
Se acerca el final del año, que es tiempo de balance e inventario. Comencemos con la economía española, que en términos generales se presenta en positivo, aunque con sombras que aconsejan una cierta mirada analítica, es decir, con algo más de profundidad que el simple relato de los datos.
Las mejores noticias de las últimas semanas proceden de la OCDE y el FMI que revisan al alza su previsión de crecimiento para la economía española hasta el 3% y el 2,9%, respectivamente, mejorando incluso la del Gobierno (2,7%). Es la mayor del conjunto de las economías avanzadas y aunque para el año que viene se espera una notable moderación (2,3% según OCDE y 2,1% según FMI), en ambos casos por debajo de lo que espera el Gobierno (2,4%), seguiremos estando a la cabeza del grupo de las europeas. Todo ello gracias, según el INE (Contabilidad Nacional, III Tr., 2024), al consumo público (5,3% en tasa interanual) y a las exportaciones (5,6%, especialmente los ingresos por turismo), que crecieron el doble que el consumo familiar, y pese a la debilidad de la inversión que solo creció medio punto con respecto a un año antes.
La impresión general es, por tanto, muy positiva, aunque con la mácula de la debilidad de la inversión y la moderación del consumo privado, lo dos pilares de un crecimiento robusto y sostenible, en palabras del Banco de España (BdE). Lo más negativo en el caso de la primera, es que según advierte el propio BdE (Artículo 05, Boletín Económico 2024/T4), el problema se limita a la inversión privada, todavía un 10% por debajo del nivel de 2019, mientras que la inversión pública lo habría superado en un 46%. El dato es elocuente porque, por un lado, encaja en clima de desconfianza empresarial ante el aumento de la presión fiscal y los vaivenes en la reforma fiscal del Gobierno y, por otro, porque sugiere que algo no se está haciendo bien con los fondos NextGeneration. También indica que la dinámica del gasto público estaría siendo un anclaje importante de la fortaleza del crecimiento de la economía española, en contraste con la debilidad en Italia y Alemania.
Italia y España, junto a Portugal y Grecia, son los países donde más ha crecido la inversión pública, gracias a las cuantiosas ayudas recibidas de la UE para la recuperación de la pandemia, aunque en el caso de Italia no consiguen impulsar a la economía más allá del 0,7% de crecimiento en este año y del 0,8% en el que viene. La culpa la tiene, en parte, la crisis de la industria manufacturera, que también mantiene a Alemania en crecimiento plano, mientras que la economía española se beneficia de la mayor resistencia de su sector industrial, de la extraordinaria contribución del turismo y del impulso del gasto público.
El FMI advierte, no obstante, de la situación de riesgo financiero en algunos países por sus elevados niveles de endeudamiento y de la conveniencia de iniciar su corrección progresiva. Entre ellos está España, obligada a elegir entre la ventaja a corto plazo de mantener el tono elevado de la demanda interna a base de gasto público y la amenaza que supondría el aumento de la inestabilidad financiera internacional derivado de las tensiones geopolíticas.
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