La ventana
Luis Carlos Peris
En el día más rico en sensaciones
Todo sea por salvar la Cabalgata dicen desde el Ateneo y bien está que se perturbe el orden en aras a que los niños no se queden sin el paseo de los Magos por la ciudad. Nunca ocurrió que la fiesta se adelantara veinticuatro horas para evitar el fastidio de la lluvia. Hubo en su siglo de historia, cabalgatas pasadas por agua, aunque ninguna tan peculiar como aquella de 1966 bajo una niebla semejante al smog londinense. Fue una Cabalgata fantasmagórica para un recuerdo que permanece intacto en los que la vivimos. Y con lluvia también las hubo, pero pierde mucho y bien hace el Ateneo en driblarla para que no se resienta su lucimiento. Cosas del progreso, con pronósticos meteorológicos tan atinados, pero a ver cómo se le explica a la grey menuda que tras la llegada de los Monarcas los regalos han de esperar un día.
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