Indiscutible categoría la de Fabián

Combinar brillo con sufrimiento es condición indispensable para que un equipo tenga futuro. Saber ejercer de martillo tras haber sufrido como yunque es lo que España hizo el domingo en Ginebra y eso da opción para que seamos optimistas respecto al presente y también al futuro. Es más, según pasan los días más credibilidad cobra Luis De la Fuente, sobre todo al recordar cómo desechó el concurso de algún titular de toda la vida.

Mucha tinta se está derramando sobre Lamine Yamal, ese niño prodigio capaz de abrir las costuras más sólidas del rival. Roza el milagro cada vez que encara a un contrario y es capaz de sacar agua de un erial, pero quiero hacer hincapié en esa dupla que en el corazón del dibujo forman Rodri y Fabián. Claro que uno juega en el City y el otro en el PSG, lo que deja bien claro que por algo será. Ambos en la élite más elitista demuestra la categoría del fútbol que atesoran.

El domingo en el campo del Servette fueron fundamentales para sacar al equipo del embrollo en que se había metido con la expulsión de Le Normand. Aunque ganando por dos goles, jugar más de una hora con un futbolista menos es complicado. Hay que ponerse el mono de faena, apretar los dientes y ganar todos los duelos. A la misma vez, hay que tener la santa paciencia de administrar los tiempos mediante la posesión del balón y eso lo manejaron a la perfección.

Fabián fue, demás, providencial con su zurda de oro para hacer dos goles. Dos goles que dieron tranquilidad en sendos momentos del partido que eran cruciales. El primer gol alejaba a los suizos del empate y el segundo fue fundamental para dejar al rival sin ánimo de nada. Un cañonazo oportunista y un toque sutil para el pase a la red confirman al palaciego como uno de los manijeros más preclaros del momento. ¿Volverá a casa algún día? Qué gran noticia sería.