La ventana
Luis Carlos Peris
De moda la cerveza con bufanda
Intratable el dentista, volvió el Betis de la aventura en Montjuïc con varias piezas dentales perdidas. Fue una distancia insolente, aunque menos de la demostrada en la reciente final de Supercopa, con una goleada que habría sido mayor sin el auxilio del VAR. Pero estamos hablando de un soliloquio de siderales dimensiones que se tradujo en una eliminación contundente, pero que estaba anunciada desde el nefasto sorteo de octavos.
Caer ante este Barça no es desdoro alguno y si no que le pregunten a su rival del pasado domingo. Tras una racha negativa que le costó un liderato liguero que parecía de su absoluta propiedad, el equipo blaugrana se ha reencontrado consigo mismo y ahora se muestra como inabordable. No se trata de excusar el triste papel desempeñado por el Betis en la fría noche barcelonesa pero lo que se preveía como una misión complicada se tornó en imposible muy pronto.
Y es que a los dos minutos ya batía Gavi a Vieites en una declaración de intenciones en la que el equipo de Pellegrini se limitaba a perseguir sombras escurridizas y en la que el balón se convertía en un objeto inalcanzable. Gavi, Koundé, Raphinha, Ferrán y Lamine fueron los autores del descosido que se perpetró contra el Betis mientras que Vitor Roque desde el punto de penalti lograba lo que en otro tiempo se calificaba como gol de consolación y la verdad es que consoló poco.
Adiós a la Copa sin que esto sorprenda a nadie, pues lo que sí sorprende es que este Betis pierda en casa de los colistas o que no haga que su campo sea menos boyante. Muerta la Copa queda la Liga y un mercado abierto para apuntalar un equipo que ha ido empeorando poco a poco, quizás desde la marcha de Canales. Plusvalías aparte, este Betis necesita un remozado en regla desde la portería al más adelantado de los puntas. Lo de ayer era previsible, pero lo demás...
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