Sin gasolina y gobernando de mentira

Vivimos en una anormalidad que se encamina alarmantemente hacia una normalidad ciertamente espuria. Espuria y de consecuencias imprevisibles y alarmantes de forma indudable. Lo que hace nada se hubiese considerado imposible, hoy en día se ha convertido en lo habitual. ¿Cuándo podíamos imaginar que este pobre país enlazase años sin el combustible que necesita para caminar? Ya lo dijo el mandarín monclovita en su día, que sin presupuestos generales era imposible que el vehículo anduviese, ya que un país sin presupuestos era como un coche sin gasolina. Inviable entonces debería ser inviable ahora, pero no; ahora lleva dos años sin ir a repostar y el tipo sigue viviendo a cuenta del erario público queriendo dar la impresión de que gobierna. Y eso es algo que no se lo cree ni él, pero es lo que hay.