
Tribuna Económica
Gumersindo Ruiz
Los partidos han de llegar a un acuerdo en defensa
Para los cazatalentos del fútbol es un tesoro que ni buscan porque no se encuentra desde que la sociedad cambió y las madres se volvieron sobreprotectoras. En nuestros tiempos, en los que afortunadamente no sabíamos lo que era ese aparatito diabólico llamado smartphone que ha vuelto medio sordos en atención y concentración a una generación de chavales y adolescentes, una madre se podía llevar una tarde entera sin verle el pelo al niño con la única información segura de que estaba jugando con los amigos.
Isco era uno de ellos y el Betis que lo agradece. En un fútbol sólo de escuelas, de padres de alevines que no se pierden ni los entrenamientos... la magia del malagueño es oro puro en la Liga de los límites salariales. Un fútbol que sabe a esa miel que adoptó de su propio gentilicio a veces y en ocasiones a la sal de los espetos de sardinas y los boquerones vitorianos que deleitan a los guiris en su tierra. El giro en el primer gol de Getafe tiene el aroma de la concha fina de Benalmádena, ésa que, crecida en mar abierto, no puede saber igual que la que se explota en piscifactorías.
Pellegrini llegó a escuchar de los mismos que lo admiraban que, con 71 años a sus espaldas, ya estaba acomodado, que se conformaba con todo y que su única obsesión era volver a Chile y dirigir a La Roja en un Mundial, pero se ha encontrado de golpe con un trío mágico que le ha cambiado la cara al Betis en el momento justo, cuando la temporada enfila los meses decisivos. Junto con Antony y Jesús Rodríguez, Isco es el vértice mágico que forma el triángulo perfecto. El jogo bonito de Brasil, la escuela sevillana y la sal de Málaga, la que desprendía otro jugador impredecible que también conquistó el Bernabeú, Juan Gómez, Juanito. Justo lo que gustaba en el fútbol de los ochenta, cuando flipábamos con las diabluras de Mágico González o Pintinho en Estudio Estadio y a nuestras madres sólo les preocupaba que, al menos, volviéramos a casa diez minutos para merendar.
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