Entre la 'fichajitis' y la 'fichagitis'

Primer fin de semana de agosto, la Liga a apenas once días de dar su pistoletazo de salida con el Girona-Valladolid y el Betis-Levante, el Sevilla enfrascado en sus partidos oficiales de la Liga Europa y con la Supercopa de España ya en lontananza, pero el aficionado medio a cualquier equipo del fútbol español está exclusivamente pendiente de los fichajes, de las caras nuevas que se hayan incorporado y que, sobre todo, pueda aún sumarse al equipo por el que tuercen de manera apasionada. Fue el presidente sevillista, José Castro, quien utilizó públicamente el término de fichajitis en una rueda de prensa antes de que el calor comenzara a apretar de veras en el presente verano y no se equivocó.

No sé sabe bien si se escribiría con g por tratarse casi de una patología propia de esta época esa fichagitis o si correspondería una j para adecuarse a la matriz de fichajes, pero lo cierto es que no hay un hincha que no se despierte todas las mañanas con el ansia de consumir cualquier vía de información para saber quién será el próximo futbolista en incorporarse a la disciplina de la plantilla del club de sus amores.

Es más, en la sintomatología se van adicionando algunos elementos para hacer aún más preocupante la supuesta enfermedad del aficionado. Con Twitter, los grupos de Whatsapp y otras redes sociales en plena ebullición para darle altavoz a las tradicionales discusiones con amigos en la barra de un bar o en la sombrilla de una playa, la nueva moda incluso es ejercer de directores deportivos y establecer, siempre de manera categórica, sin que nadie pueda osar a discutirlo siquiera, el precio que se debe pagar o percibir por un determinado futbolista. Que se quiten los Monchi, Serra o Caparrós, ahí está el hincha para no equivocarse jamás. Son técnicos, periodistas y una amalgama de todas las profesiones del entorno del fútbol. Fichajitis / fichagitis en vena y quien esté libre de culpa que tire la primera piedra...