Eurovisión

27 de octubre 2024 - 03:10

Desde Israel se quiso forzar la victoria en el Festival de Eurovisión de este año. No la merecía musicalmente, que de eso trata aún en el fondo este programa, donde debe prevalecer la concordia, que debería unir a los participantes. Para Israel era un gesto de propaganda. Desde el televoto de España se concedieron unos 12 puntos que son muestra de esa campaña. En realidad cuesta poco dinero comprar votos telefónicos a lo largo de la geografía y es un aspecto urgente que debe proteger la organizadora, la UER.

Entre las peticiones de boicot para la expulsión de Israel, lo que no es descabellado ante la dimensión de las represalias bélicas, y la actitud desafiante de la delegación israelí en Malmö, se creó un clima irrespirable en el que terminó pagando el pato el representante de Países Bajos, asediado tras una rueda de prensa tensa, con una presunta agresión que no pasaría de un manotazo, según la investigación judicial que absolvió al descalificado representante.

Se alcanzó un grado tóxico que no puede permitirse un festival internacional, de interés global, ni pueden tolerarse campañas que tergiversen unos resultados cuando ya de por sí, por simpatías históricas entre países, hay factores de alteración.

Para el jurado de 2024 Israel fue la 12ª y para el televoto, la 2ª. Y no se llevó la victoria final porque la RAI de forma involuntaria desveló las desequilibradas cifras del televoto en la semifinal donde comparecía Israel. A quien perjudicó ese abusivo televoto en favor de Eden Golan (con canción política filtrada en varias ocasiones para poder comparecer en Suecia) fue a Croacia, que era la que iba lanzada en la reacción popular.

La UER ha incorporado al responsable de las ceremonias olímpicas de Londres 2012, Martin Green, para que el festival tome oxígeno limpio para su funcionamiento y maneje mejor la diplomacia que debe latir en el festival. La neutral Suiza es un buen punto de partida. No pueden descalificarse países por sucesos dudosos y el resultado de Eurovisión, pese a todo, tiene que ser lo más justo posible.

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