El parqué
Álvaro Romero
Descensos moderados
Ursula von der Leyen es ya más presidenta de la Comisión Europea que hace cinco años al ganar por mayor diferencia. Buen comienzo. La Unión tiene que ser más fuerte frente a Rusia, China y EEUU. Muerto Biden, a ver quién para a Trump. Para ello, la solidez representativa de los dirigentes europeos es básica, aunque el Parlamento esté más fragmentado y derechizado; pero la ultraderecha aún no lo domina. Ahora toca designar comisarios, entre lo que ofrecen los estados, que no siempre roza la excelencia.
Aun con Gobierno solvente, el programa es determinante. Europa será irrelevante, y por eso juega una última oportunidad, si no invierte más en investigación, tecnología y, desgraciadamente, en defensa. Se ve venir un comisario de Defensa y otro para el Mediterráneo. En ese mar, de Algeciras a Estambul, como cantaba Serrat, se resumen todos los dramas del mundo actual: tragedias desgarradoras de inmigración; guerras interminables, como en Siria, e intentos de exterminio, como en Gaza; estados fallidos, léase Libia; amenaza yihadista; desarrollo económico desafiante en la orilla norte frente a la deprimida sur; dos llaves geoestratégicas del comercio mundial, como el Estrecho Gibraltar y el canal de Suez; y escenario de choque de servicios secretos de todas las potencias.
Algo más en el programa renovado de la Comisión: vivienda y desinformación. Medio mundo quiere venir a vivir al Viejo Continente, que rivaliza en depresión demográfica con Japón; habrá que alojarlos. Esa presión, sumada a los capitales ingentes de fondos de inversión, produce un auténtico corrimiento sociológico, de barrios gentrificados con expulsión de jóvenes, pobres e inmigrantes a las periferias. Las autoridades, salvo excepciones, colaboran con su planificación urbanística irresponsable. Un ejemplo: Madrid tiene tres millones de habitantes en la capital y otros tres largos en la Comunidad. Pero quiere recibir, y recibirá, otro millón. Como otras capitales españolas y sus periferias seguirán creciendo, se agravará más ese desequilibrio insostenible del 85% de la población española viviendo en sólo el 20% del territorio. Y el resto, en proceso de despoblación, e incluso desertización.
Lo dicho para España vale para Europa, aunque el desequilibrio sea inferior en Francia; en Italia, y en Alemania, dos países con mayor población pero menor territorio, la despoblación no se aprecia tanto, aunque exista.
En su discurso, Von der Leyen se detuvo en la desinformación. Europa sufrió sus consecuencias por su influencia en el referéndum del Brexit. Rusia se volcó con los nacionalistas y los estadounidenses también, a través de la empresa Cambridge Analítica, para lograr que la Unión perdiera a su segunda potencia. Hoy los británicos lamentan el engaño, pero tiene muy difícil arreglo y Europa es menos fuerte. (Ya saben los partidarios de la independencia de cualquier territorio europeo dónde encontrar ayuda).
En paralelo, en España, Sánchez presentó su polémico proyecto de regeneración democrática, más aparatoso en el anuncio que concreto. De ahí que se sospechara de una cortina de humo ante los episodios de investigación a su esposa y a su hermano. Sin embargo, es cierto que hay supuestos medios, con subvención y sin apenas redacción, que lanzan bulos que algunos jueces admiten como indicios para investigar. Ese circo debe terminar porque ensucia y amenaza la democracia.
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