El parqué
Álvaro Romero
Ascensos moderados
Tribuna Económica
La reciente COP 29 nos reafirma en la idea de que es difícil producir de manera verde y seguir siendo competitivo, en un mercado internacional sin regulación. Es significativo el caso de los plásticos, pues en 2006 Europa tenía el 28% del mercado mundial y hoy el 12%, al resultar más caro nuestro plástico reciclado y verde que el de Estados Unidos o China; y además los fabricantes europeos se instalan fuera, donde la regulación es más laxa. Para los que estamos convencidos de la necesidad de producir con criterios medioambientales no deja de ser un dilema, pues como dice Rob Ingram, director del Ineo, que produce olefinas, si los fabricantes europeos empiezan a cerrar e irse a otros sitios, ya no habrá transición verde. La Comisión Europea tiene aquí tareas muy concretas, y es responsabilidad de los partidos dejar nacionalismos y guerrillas, como la reciente sobre el nombramiento de los comisarios europeos, y trabajar en el proyecto de una industria verde competitiva.
La Plataforma Mckinsey para Soluciones Climáticas, tiene como bandera bajar costes, y da tres ideas clave. Primera, son conocidas tecnologías como las de placas solares, donde el coste por vatio ha caído en diez años de 2 dólares a 0,20, o la nuclear, o las baterías; resultan más difíciles las emergentes como el hidrógeno verde, o el reciclaje de plásticos; y hay tecnologías que en sí son costosas como la captura y almacenaje de carbón en la industria del cemento, donde producir directamente el cemento verde, es más barato. Segundo, se requieren grandes inversiones y dominar la cadena de producción, integrándola o participando en las empresas suministradoras; por ejemplo, el amoniaco verde requiere energía barata y tecnología de electrólisis, y fallos en la cadena son vitales, por lo que habría que tener algún control de esos suministros. Tercero, hay que diseñar para ahorrar materiales y posicionarse en el comercio de algunos como el litio cuyo precio se multiplicó por 10 entre 2020 y 2022, para evitar volatilidad en los costes. McKinsey propone tres elementos para ganar escala que vale la pena recoger: visión para imaginar el potencial que tenemos para controlar procesos y reducir costes; el coraje para desarrollar tecnologías; y la disciplina para ejecutar un proyecto con velocidad y precisión.
Pero la ejecución de un proyecto no es sólo cuestión de regulación, inversiones, cooperación, apoyo público y clientes, como muestra la quiebra del fabricante de baterías noruego Northvolt, con 15.000 millones de dólares de capitalización y casi 60.000 en pedidos, que no podía atender por una mala organización productiva. Esta quiebra es un golpe para las esperanzas europeas de un liderazgo mundial en baterías, y nos sugiere dos cosas, una como dice Peter Carlsson, el dimitido principal ejecutivo de la compañía, que pese a todo se ha de persistir, pues Europa se arrepentirá si en los próximos 20 años no es capaz de conducir la industria de la transición verde; y otra, en palabras de Robin Lane Fox, mi jardinero favorito, que “las plantas que crecen muy deprisa están muy expuestas cuando viene una tormenta, y nos recuerda que en la sociedad, como en los jardines, lo que trepa rápidamente es frágil y necesita un soporte”.
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