La ventana
Luis Carlos Peris
Diferencias con la gran riada de 1957
No tenemos quien nos defienda de verdad. No hay nadie ahí, al volante de las responsabilidades. Menos mal que nos queda la gente y la gente de orden. Los vecinos, las fuerzas de seguridad, el ejército. Los de siempre. La gente de buena voluntad. La que se pone con pico y pala, cepillo y saca fuerzas de donde no las hay. La gente que pisa el suelo y besa la tierra.
No tenemos quienes nos defiendan de la burocracia, del pensamiento único y de la polarización. Menos mal que nos quedan las familias, las madres, los padres y abuelos y los jóvenes que tienen una entereza insondable cruzando los puentes.
Cuando no hay nada más y lo políticamente correcto se desvanece por inservible lo que aparece es el corazón y el coraje. Es lo que está apareciendo en las pantallas. Esa es nuestra patria: la que se arremanga. El país que esconden los políticos para azuzarnos con sus tonterías al enfrentamiento interesado. Los mismos políticos que se han olvidado que si no sirven a la gente no nos sirven. También lo hemos visto en las pantallas, entre las desesperanzas. Un presidente como el valenciano que no las ve venir ni sabe solucionar. Mazón está ya inhabilitado. Y esa consejera, una tal Nuria Montes, literalmente cesada por incompetente y arrogante. Y un presidente del Gobierno que no se moja en el barro, no vaya a arrugarse el traje, y deja hundirse a la oposición junto a los muertos. Este es el país de los desheredados y los abandonados, el país donde a los que están en el poder les interesa más controlar RTVE que preopcuparse por lo que sucede en Valencia. Esos consejeros que se van a embolsar 109.000 euros al año están ya marcados, anulados, por el bochorno de su nombramiento mientras estaba produciéndose la mayor tragedia que hemos visto por esta tierra.
Este es el país que ni siquiera tiene nombre para el papa Francisco, incapaz de pronunciarlo. Qué lástima. Que Dios le perdone a Jorge Bergoglio su soberbia y ese resquemor que él sabrá quién le ha alimentado. Los españoles, España, se merecen otra luz y otra esperanza.
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