El enemigo, al otro lado del teléfono

Son como drones invisibles revoloteando en la vertical de nuestras cabezas y como en una especie de tocomocho versión Siglo XXI. Estamos indefensos ante unos ataques que llegan a tu más íntima intimidad y esos ataques suelen producirse cuando más posibilidades hay de cogerte con la guardia baja. Preferentemente el asalto telefónico se produce cuando estás a punto de meterle mano al primer plato, pero no es norma fija, no. Cualquier hora del día es buena para que el timador te llame ofreciendo duros a cuatro pesetas bajo un tono de voz que suena entre samaritano y charlatán, preferentemente con sones de allende la mar océana. Uno se resiste cuanto puede, pero a sabiendas de que cualquier día caes ante el primer embaucador que te toque, ayer fue uno de esos días y con sello conocido; mucho cuidado.