Quien empieza perdiendo duelos...

Pasó una vez más que el Betis pasase por Nervión como el rayo de sol por el cristal, sin romperlo ni mancharlo. Inocuo Betis para que parezca que en el vestuario visitante ponen adormideras cuando él es su ocupante. Ya sé que al final de todo cayó a causa de un penalti inexistente y eso podría ser atenuante si no fuese por la superioridad mostrada por un Sevilla que no había sido superior a nadie en los ocho partidos anteriores.

Dentro de sus limitaciones, el Sevilla comenzó ganando duelos y terminó llevándose el partido. Es lo que suele pasar, que empiezas sin prisas y acabas con el agua al cuello. Si nos asomamos a la historia podemos comprobar que sólo en contadas ocasiones salió el Betis con el cuchillo en la boca, mientras que el Sevilla casi nunca se lo dejó olvidado en este partido de partidos. Y este domingo fue como visionar una película mil veces contemplada fuese en el campo que fuese.

Que sí, que ya sé que al cabo fue la derrota por un penalti inexistente, ¿o puede castigarse de esa manera la mano de un tipo que saltó mirando hacia otra parte? Mereció ganar el Sevilla porque creyó más en sí mismo y porque se comportó de forma coral mientras que en el Betis hubo lagunas individuales, algunas ciertamente escandalosas. Cortocircuitando a Lo Celso, que hasta pudo abrir el marcador en dos ocasiones diáfanas, el Betis no existe o eso pareció el domingo.

Victoria merecida del Sevilla y ya alcanzó al Betis en la tabla. Una vez más un equipo enardecido frente a un simplón que afrontó el partido sin las dosis de veneno que requieren estos choques intervecinales. Y ahora un parón demasiado largo para el perdedor y de fantástica duración para disfrutar del triunfo más anhelado. Ya sé que sin ese injusto lance del penalti hablaríamos de otra cosa, pero tampoco olvidemos que quien arranca cediendo duelos termina perdiendo el partido.