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Tribuna Económica
Es la economía, estúpido", es el eslogan de campaña acuñado por James Carville, asesor de Bill Clinton en las elecciones de 1992. Pero España es diferente. Tras años de mentiras e incumplimientos la economía ha caído en desgracia. Entre los políticos se comenta "si quieres perder las elecciones habla de economía". Y es que la economía se mide y se siente, siendo difícil ocultar el engaño. La economía ha perdido protagonismo frente a las promesas sociales más difíciles de cuantificar. El Gobierno no quiere volver a equivocarse , como ocurrió en la crisis del 2008. En esta ocasión el Gobierno no la niega, simplemente no habla de ella. Asegura que la desaceleración económica es un simple enfriamiento. Pero la realidad es que la desaceleración global es evidente. En España debemos de hablar de una fuerte desaceleración. Es verdad que seguimos creciendo por encima de la Eurozona. Pero también es verdad que en España todavía continúan sin cicatrizar las heridas de la crisis: el alto paro y endeudamiento público, la baja productividad y las crecientes desigualdades. Desequilibrios estructurales que no se solucionan con política fiscal y monetaria, sino con profundas reformas estructurales. Desafortunadamente por la debilidad de los gobiernos no se acometen nuevas reformas desde el año 2013. Todo lo contrario, se amenaza con contrarreformas de las reformas que han sido la base deL crecimiento: reforma laboral, reforma financiera y consolidación fiscal. España sigue siendo extremadamente vulnerable a los riesgos externos. Así lo afirman tanto el FMI como la OCDE. El Brexit, la guerra arancelaria , la inestabilidad de los países emergentes, el crecimiento del endeudamiento global y las burbujas financieras, la banca en la sombra, son riesgos que podrían provocar otra gran recesión. Son sucesos que España no puede evitar, pero sí afrontar con mayor fortaleza.
Las propuestas económicas no solamente son insuficientes, sino también imprecisas ,contradictorias y poco creíbles. Se habla deL aumento de las prestaciones sociales pero no se concreta cómo se van a financiar. Partiendo de una deuda pública que alcanza el 98,9% del PIB y del mayor déficit estructural de la Eurozona, cualquier incremento del gasto público ,como proponen los partidos de izquierda, debe compensarse con la reducción de otra partida de gasto público improductivo. Un aumento de los impuestos directos o indirectos en una fase de fuerte desaceleración es un suicidio. A los partidos de centroderecha hay que recordarles que una reducción de los impuestos debe de ir acompañada de una reducción de gastos improductivos de igual cuantía para que el déficit y la deuda pública, ya hoy insostenibles, no sigan aumentado. Tampoco se especifican las prioridades, los impactos y los costes de oportunidad. Al final al no poder votar con la razón lo hacemos con la emoción. Por esta razón es necesario que los programas sean evaluados por expertos independientes de probada capacidad técnica . Existen experiencias internacionales positivas: en Holanda la oficina de Análisis de Política Económica(CPB) y en el Reino unido el Instituto de Estudios Fiscales (IFS). Lamentablemente en España a ningún partido le interesa.
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