Teodoro León Gross

El eco inagotable de la corrupción socialista

Diez negritas
Diez negritas

06 de febrero 2022 - 06:00

"Manual de Corrupción Socialista de los gobiernos de Andalucía... en Faffe se da la corrupción de alto voltaje”, sentenciaba la portavoz del PP. “La Faffe ha sido el caso de corrupción más inmoral y más indecente de la historia de la democracia; no sólo por gastarse el dinero previsto para la formación de los desempleados en puticlubs, sino por la impunidad” apuntaba Teresa Pardo, ejerciendo de caja negra del escándalo. Poco después de que en el Parlamento andaluz se oyesen esas valoraciones implacables de PP y Ciudadanos al presentar las conclusiones de la Comisión Faffe, cuyo dictamen todavía tendrá recorrido en la primavera electoral, el sainete de San Jerónimo se adueñaba de los titulares y las redes. Fue la mejor noticia del día para los socialistas andaluces, porque la escandalera de la votación de la reforma laboral desviaba los focos.

Las comisiones de investigación son útiles en la medida en que desvelan asuntos turbios; pero más allá de su oportunidad, surge la tentación oportunista del rédito electoral. Y siempre generan una literatura altisonante. El mismo 3 de febrero, mientras aquí la Comisión Falle llegaba a esas conclusiones demoledoras, en el Congreso se ratificaba el dictamen de la Comisión Kitchen sobre el escándalo del espionaje a Bárcenas, donde las intervenciones de los grupos también deparaban mensajes gruesos. Es así siempre. En Andalucía, bajo el clima ya indeclinable de una precampaña que durará meses, los partidos van sacando toda la artillería. La izquierda, como Vox, agita la polémica de las carencias sanitarias tensadas por la sexta ola de la pandemia, con los batallones sindicales tratando de generar una marea blanca. Los partidos del Gobierno, además de los agravios por los fondos sesgados hacia las comunidades del PSOE y sus socios, han visto en Faffe la ocasión de mantener viva la memoria de la corrupción socialista con un escándalo de aristas particularmente sucias.

PP y Cs, unidad sin uniformidad

Tal vez el Gobierno andaluz de coalición se estudiará como un modelo de unidad, de lealtad sin precedentes por la ausencia de competición interna. La renuncia a los colores ha sido considerable. Pero a medida que se precipita el final de la legislatura, van intuyéndose matices e incluso algunas diferencias más pronunciadas: la consejera de Empleo, Rocío Blanco, aplaudía la reforma laboral "útil para España", y en las conclusiones de Faffe, Ciudadanos cuestionaba las cifras del PP y se desmarcaba de atribuir responsabilidad política a Susana Díaz. Gestos. "Somos dos partidos distintos... si pensáramos lo mismo estaríamos en el mismo partido", terciaba Elías Bendodo. La sensación es que esto irá a más.

El mal trago de Espadas

En tanto la Comisión Faffe mantiene su hoja de ruta, a la vez progresa la investigación en los tribunales de 84 contratados allí que el Sindicato Andaluz de Funcionarios (SAF) atribuye a "razones de clientelismo político o nepotismo". Entre los 84, hay un nombre propio: Carmen Ibanco. Y si está en el disparadero es, va de suyo, por ser cónyuge del candidato socialista. En el PSOE no podrán estar sorprendidos por algo previsible. Juan Espadas irrumpió en el tablero como caballero blanco desde la alcaldía capitalina, con un perfil moderado, pero la precampaña lleva todo a las barricadas. Y el coste de la política a veces puede ser muy descarnado. La mujer de Juan Espadas –en el frente electoral no será Carmen Ibanco sino "la mujer de Juan Espadas"– de momento ha optado por no declarar pero habrá tralla. Desde Vox, acusación popular, Manuel Gavira ha ironizado sobre la blandura del portavoz del Gobierno, que en su momento mostró incomodidad por ese interrogatorio en Faffe. Se ve que a Gavira, como al Fari, no le gustan las blandenguerías. En cualquier caso, los miramientos van a desparecer mientras se especula con el adelanto electoral. Y "la mujer de Juan Espadas", vinculada a ese caso de corrupción, seguirá en el disparadero. Vaya mal trago esforzarte en romper los vínculos con el pasado del socialismo andaluz y que el recordatorio lleve tu nombre.

Nerva enervada

Después de la semana anterior con viento de cola para erosionar al presidente con el pleno sanitario de la silla vacía, esta semana ha ido con viento en contra para Juan Espadas, al que de rondón ha visitado otro fantasma del pasado: Nerva. Ante la polémica por la llegada de residuos tóxicos de Montenegro autorizados por el Gobierno, el alcalde y algunas antenas mediáticas trataron de señalar torticeramente al Gobierno andaluz. El vertedero, creado bajo un alcalde socialista, un Gobierno andaluz socialista e incluso un Gobierno socialista en Moncloa, arrastra la resistencia vecinal desde su construcción a partir de 1995, con desalojos, manifestaciones cotidianas y protestas duras, algunas disueltas por antidisturbios, antes de la inauguración en 1998. Lejos de las promesas redentoristas, partió al pueblo. En 2008 se produjo la polémica ampliación que casi duplicaba lo autorizado, gobernando todavía Manuel Chaves. Y ante la bronca actual, Loles López hurgaba en la herida: “¿y en ese proceso quién era viceconsejero de Medio Ambiente? El señor Espadas Cejas”. Más allá de las polémicas de trinchera, Juanma Moreno anunciaba que se ha reclamado el cierre del primer vaso y se buscará un cierre total ordenadamente. Era un quite oportuno, aunque la polémica más fuerte estará en Doñana, con mucho más eco que Nerva, cuyo grito se ahogará otra vez tras el vertido. Esta semana estarán allí Inmaculada Nieto y Toni Valero.

Nimby

Nerva es algo más que eso que los anglosajones definen con el acróstico Nimby, léase Not In My Back Yard. O sea, No En Mi Patio Trasero. En español se prefiere SPAN: Sí Pero Aquí No. Cualquiera quiere una gasolinera cerca de casa, pero no junto a su casa; queremos vertederos con la salida eficiente de nuestros residuos, pero a una distancia que nos permita no verlo, no olerlo, no pensar siquiera en él; aeropuertos sí, pero el ruido no sobre nosotros; buena electricidad, pero los tendidos de alta tensión sobre otros; y por supuesto queremos aerogeneradores limpios para producir energía eólica verde, pero no en nuestro trozo de paisaje. En Cádiz ahora porfían, sobe todo desde Rota, por un potente parque eólico marítimo, en el eje Cádiz-Rota. Es un proyecto potente, defendido por los ecologistas, pero Nimby. O sea, Sí Pero No Aquí. No en mi playa. Nunca es fácil, y el político cada vez rehúsa más afrontar lo difícil. En tiempos de populismo, más Nimby que nunca.

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