Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
La trampa de la condonación
Una verdadera pena que la colisión que se anuncia para hoy en la otra punta del mundo no se celebre en territorio patrio. Aunque sea entre dos trenes con poca vocación española, el Athletic-Barça de hoy bien merecería la pena de que nos cogiera cerca. Y es que si desde siempre un partido entrambos aristócratas despertó pasiones, las circunstancias han hecho que lo de hoy se desborde y salga de todos los cauces habidos y por haber.
Quizá la inquina provenga del día que el Barça le quitó a los vascos a Íñigo Martínez, pero el recrudecimiento de las hostilidades vino con el coqueteo de Laporta con Nico Williams tras su explosión en la Eurocopa. Su complicidad con Lamine Yamal y lo que ambos tramaban hizo que en Can Barça se viera posible hacerse con tan espléndida pieza. Esos contactos, que debió haberlos y muy afectuosos, sentó a cuerno quemado en Ibaigane y ahora está en su apogeo.
Athletic Club, que siempre fue tremendo a la hora de defender posiciones o patrimonio, esperó a que el plato de la venganza se enfriara. Y tras el enfriamiento, el momento oportuno para lanzarse a la yugular del que osó meterse en su casa. El momento es los movimientos que hace la entidad blaugrana para inscribir en LaLiga a Dani Olmo mediante una serie de medidas que muchos califican de chanchullos con el histórico club de Bilbao a la cabeza de la manifestación.
Se dijeron en Ibaigane ésta es la mía y han ido poniendo chinitas en el camino bajo la legítima excusa de la desigualdad de trato. Han torpedeado dicha inscripción y hoy se ven el campo de batalla para optar a la Supercopa de España. Una pena que se libre en la lejana Arabia, pues aunque plato fortísimo, aquí habría sido más cálido. Es un Barça-Athletic, pero no uno más, ni muchísimo menos. Es un choque de trenes de incalculables consecuencias. Que gane el mejor.
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