
La ventana
Luis Carlos Peris
Los clarines abren un tiempo nuevo
Domingo de Ramos en Sevilla como día indiscutiblemente grande y que un servidor se perdió en más ocasiones de la cuenta por la obligación de levantar acta de cuanto Betis y Sevilla hacían ese día. Y si el gran Manuel Mantero me confesaba que lo más duro de su exilio en la georgiana Athens era tener que dar clase en Jueves Santo, nada peor para mí que estar en Vigo, Barcelona o Valencia mientras la Borriquita abría la celebración bajando por la rampa y la del Porvenir atravesaba el Parque. He vivido el Domingo de Ramos de muchos lugares y la nostalgia me invadía por lo que consideraba un martirio. Este día es el más hermoso por cuanto guarda de la ilusión que lleva esperando en unas vísperas de meses. Y junto a esa ilusión, la desesperanza si luego resulta que la Estrella y la Amargura se quedan en casa.
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