La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
En estos tiempos tan líquidos presididos por la polarización, entre muros y trincheras, por desgracia, cada vez resulta más sencillo identificar ideológicamente a los lectores de prensa escrita, en función del diario que lleven debajo del brazo. Así sucede en no pocos casos, para mayor estupor de quienes jamás reclamaron ser adoctrinados por los medios. Diario de Sevilla, alejado de la prensa de partidos desde su primer número, logró en tiempo récord convertirse en el periódico de todos los sevillanos, el que siempre quisieron. La vocación más genuina de sus grandes profesionales, que pasa por permanecer atentos a los intereses de los sevillanos y a su porvenir, le propició una magnífica acogida. Ni nos prestamos a ser instrumentos de nadie, ni dejamos que nuestro espíritu se deje guiar por el resentimiento personal: somos independientes por carácter.
Diario de Sevilla obtuvo muy pronto el favor de los sevillanos porque demostró, en pleno cambio de milenio, que podría resultar muy útil para una ciudad dispuesta a romper con las amarras que durante el siglo XX habían lastrado su futuro. Hoy celebramos el 25 aniversario bajo el influjo de una nueva sociedad de la información más dinámica, y aunque el periódico que leen en papel y que visualizan a través de las distintas pantallas es muy diferente al de sus orígenes, en el fondo sigue manteniendo su fuerte compromiso con sus lectores. Tanto las circunstancias del momento, como la excelente respuesta ciudadana, certifican lo idóneo de la intuición de José Joly al impulsar este Diario con unos índices de penetración que hoy lo sitúan como líder de la prensa andaluza. Las nuevas formas de informarnos a través de internet que han marcado los últimos años, lejos de suponer una amenaza, nos han permitido acercarnos más que nunca a nuestros lectores. Lo mismo antes, cuando sólo existía la prensa escrita, como ahora, a través de cualquier tecnología, el periodismo, el que se ejerce con rigor e implicación, con responsabilidad y con alcance, ése que solo pueden ejercer los periodistas con su oficio a cuestas, sigue estando más vivo que nunca. Desde el primer día, hemos sido testigos de la ilusión que acompañó a Sevilla en el salto a un nuevo siglo que nos ha desafiado con una pandemia mortal y una gran recesión, que tardaremos en olvidar, pero que sin duda nos hicieron más fuertes. Diario de Sevilla no ha perdido en este cuarto de siglo ni su iniciativa, ni su curiosidad, y esto le ayuda a ir siempre un paso por delante. La calidad de sus informaciones no es negociable. La prensa escrita lleva años inmersa en una revolución que permite a nuestros lectores expresar a golpe de clic sus opiniones sobre cualquier información al instante. Ya no podemos conformarnos con comprobar sus puntos de vista porque estamos ante un cambio de paradigma total. Nunca nos hemos limitado a contar lo obvio, pero ahora hay que ir más allá de la información y contar historias que interesen. La rabiosa actualidad y la inmediatez no pueden apartarnos de la reflexión y el contexto, salvo que nos limitemos a no pensar. Hay tantos filtros y tantísimo ruido alrededor de los poderes públicos, que las redacciones se ven bombardeadas con infinidad de datos y muchas veces olvidan lo esencial, que es acudir a las fuentes y contrastar. Por encima de todos los cambios y soportes aún por inventar, la función última del periodista es contar las cosas que pasan. Y en este tiempo que se presenta apasionante, el periodista tendrá que agudizar su olfato y su sentido común con paciencia, esfuerzo y conocimiento, a fin de poner en las manos de nuestros lectores la realidad del presente. Hoy están muy pendientes de la actualidad y es nuestra obligación apoyarnos en ellos, en ustedes, para lograr un futuro mejor para todos.
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