La ventana
Elogio de la lluvia y su bonanza
Recién abierta la Basílica, mucho frío en la calle y una calentura enorme dentro al calor de una luz única bajo manto verde y mariquillas en el pecho. Hacía poco que el sol joven y fuerte se había abierto hueco en los altos cielos de Sevilla para anunciarnos que era la onomástica de esa luz única, incandescente, que llenaba de un calor reconfortante la estancia. Y aparecía esa luz más cercana que nunca, a ras de tierra, mientras una hilera de fieles de verdad, de esos que van a verla cuando nadie les ve, guardaban turno para rendirle pleitesía en el rito del besamano. Y allí, liados en el calor de esa mirada única, preñada de misterio, recibía uno la impresión de estar en un nirvana que te elevaba para que en la retirada sintiese uno muy dentro la mirada de esta moza ya salida de cuentas. Luego, cuánto frío junto al Arco.
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