Mi cruzada por la inclusión

Tribuna de opinión

El autor denuncia que cada vez hay “más rechazo, odio y violencia” hacia el diferente y reivindica la necesidad de que la sociedad cambie el enfoque en pos de su integración

Acto en la Plaza de España por el Día Mundial del Autismo
Acto en la Plaza de España por el Día Mundial del Autismo / Juan Carlos Muñoz
Juan Castaño - Presentador del programa 'Hablemos de inclusión'

18 de julio 2024 - 01:00

Estando el otro día en el parque del Alamillo me encontré una carrera solidaria por la epilepsia organizada por la asociación APICE, con el objetivo de crear concienciación y dar visibilidad a la realidad de quienes conviven con epilepsia y epilepsias poco frecuentes. Me llamó la atención que pacientes, familiares, voluntarios, incluso profesionales, todos tenían una sonrisa en la boca. Algunos corrían con cascos, otros con sus familiares al lado, otros con sus mascotas, pero todos sonriendo. Al día siguiente se repitió una carrera parecida, pero esta vez por el autismo, en Mairena del Aljarafe, donde el azul inundó sus calles. En estas carreras solo hubo un ganador: la inclusión. 

Cuántas carreras anónimas se realizan todos los días en donde se incluyen a cada uno de los participantes de manera natural: en el supermercado, en el bar, en las tiendas y, cómo no, en los colegios. Carreras que, más que para hacer ejercicio, se realizan con el corazón, órgano milagroso, para mostrar la inclusión que queremos todos. Animo desde esta humilde tribuna a lo que denomino la potenciación del corazón. Quizá ahí esté la solución a muchos de nuestros problemas de convivencia.

“Pobrecito. Está malita. Mongolo. Subnormal. Negro de.... Moro de... Viejo asqueroso”, etcétera. Estas palabras todavía se escuchan en nuestra sociedad, y lo peor de todo es que no parecen mal a un sector de ella. 

En repetidas ocasiones he manifestado que queda mucho, muchísimo, para conseguir una sociedad más inclusiva. Si nuestros gobernantes apuestan por ella, ¿por qué no cala en todos nosotros?, ¿por qué cada vez existen más asociaciones, fundaciones, padres... que intentan hacer la guerra por su cuenta? ¿Realmente es este el camino? ¿Realmente vamos avanzando? ¿Realmente es lo que queremos? Demasiadas preguntas sin respuesta.

Pero, nos guste o no, esta es la realidad actual porque cada vez hay más rechazo, odio y violencia. Me gustaría analizar diferentes contextos y situaciones cotidianas que en principio nos resultan normales y que no deberían serlo en realidad.

No voy a parar de dar visibilidad a todo lo que se haga por la inclusión, a lo bueno y a lo malo, porque queda no un mundo, sino una galaxia. Estoy completamente convencido de que la inclusión es la solución para ser mejores personas, mejores compañeros, mejores amigos, mejores parejas... En resumen: ser mejores.

Anita, Fernando, Pilar, Clara, Celia, Mario, Diego, Esther… Tantos héroes anónimos que pasan desapercibidos y a menudo son maltratados. “Lo mejor es que no salgan, que se queden en casa porque se ríen de nosotros; otro ataque de ansiedad; prefiero que no estén en contacto con mis hijos...”. Son tantas y tantas las desconsideraciones que estos héroes tiene que soportar diariamente... Son supermanes de la inclusión. Estos supermanes son los que dan vida, los que hacen que intentemos mirar a un futuro no sé si próximo pero sí mejor, son mis ganas de vivir, mis plaquetas, mi aire, mi fijación. En definitiva, mis personas.

La inclusión es la actitud, tendencia o política de integrar a todas las personas en la sociedad con el objetivo de que estas puedan participar y contribuir a ella y beneficiarse en este proceso. Esta es la teoría que tenemos que llevar a efecto. 

El término pedagógico de “inclusión” es reciente, de 1980. Antes se denominaba integración. En integración social, la responsabilidad de adaptarse suele recaer en las personas, mientras que en la inclusión social son la sociedad y el entorno quienes ofrecen el respaldo y los ajustes para incluir a los individuos y colectivos. 

Esta matización es muy importante a la hora de aplicarla en la sociedad, para que avancemos en concienciación. Se puede conseguir dar alegría. No sabéis lo que es ver a una persona especial, a una persona mayor, sonreírte. Es difícil, muy difícil, por eso todavía me estimula más, porque no es imposible. La vida de estos supermanes es como un combate de boxeo. Como dijo Muhammad Ali, “impossible is potential, impossible is temporary, impossible is nothing”: “Lo imposible es lo potencial, lo imposible es temporal, nada es imposible”.

Así que no creo en los imposibles. La estrategia es sencilla y la vez difícil: creer, creer y creer. Si conseguimos creer en lo que hacemos, en lo que sentimos, en lo que queremos, habremos avanzado mucho. Pero para ello pido, ruego, vuestra ayuda. Sí, la vuestra. Pido energía, fuerzas, esperanza en creer que cambiaremos. Sé que muchos de vosotros vais a veros muy identificados con mis palabras. Seguimos.

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