Roberto Pareja

La cara b del confinamiento: más tabaco, más porno y más alcohol

Lucha contra el coronavirus

A las miserias caseras se unen los malos humos de dirigentes como Donald Trump, más preocupado por la economía que por la salud de los norteamericanos, Boris Johnson plegándose a la situación o Bolsonaro resistiéndose a tomar medidas

Quim Torra, en la BBC
El presidente de la Generalitat , Quim Torra, durante su reciente entrevista con la BBC.

24 de marzo 2020 - 18:55

La cara b del ejemplar confinamiento ciudadano tiene muchas debilidades, caseras y políticas, en frenética danza. Los peores hábitos están floreciendo, los gimnasios y la vocación por la vida sana han quedado arrumbados a los pies de la pandemia, en perfecta sincronía con los mensajes que desparrama lo peor de la clase política, con o sin virus que le ladre.

No hay contacto físico que valga y muchos se dedican al onanismo para hacer algo placentera la cuarentena. A lo largo de la última semana, el término Pornhub gratis coronavirus aumentó sus búsquedas en Google hasta un 4.700%. Este repunte coincide con el gesto que el portal web tuvo hacia “todos los italianos”: para “hacerles compañía” durante los momentos de aburrimiento, Pornhub se ofreció a compartir gratis su servicio Premium hasta el 3 de abril.

Son malos tiempos para la lírica sexual. La Policía Local de Algeciras multó el pasado 21 de marzo a las 23:00 horas de la noche a una pareja en la vía pública en el interior de un coche “practicando sexo”. Los Mossos d’Esquadra detuvieron asimismo un día antes a ocho hombres acusados de tráfico de drogas después de que organizasen el 20 de marzo una orgía en un piso en Barcelona.

Otro corte de la cara b del confinamiento es que se ha disparado la venta de alcohol. Sí, los bares están cerrados y es un dato a tener muy en cuenta, pero el caso es que tras la primera semana del decreto del estado de alarma, la venta de cerveza ha aumentado, según estimaciones de Gelt, un 78%.

Solidarios... e inquisidores

Los solidarios balcones, desde donde exorcizamos los demonios del encierro con aplausos a la ocho de la tarde con una liberadora y sentida y justa ovación a nuestros fugaces (en cuanto pase el vendaval no transcurrirá demasiado tiempo sin que la amnesia cubra sus justas e históricas reivindicaciones) héroes sanitarios, también pueden convertirse en puros inquisidores: padres con niños con autismo son insultados desde las ventanas cuando salen con los pequeños. Los escrupuloso reprendedores no caen en la cuenta de que esas personas no pueden estar todo el día confinados y de que su paseo no es un capricho como cualquiera de los reseñados.

Otro desalentador eslabón de la cadena del enclaustramiento es el aumento del consumo de tabaco. Me lo acaba de decir este martes por la mañana un estanquero del barrio de Triana: "Claro que estoy vendiendo más, mucho más, ahora están fumando hasta los que no fumaban". Y eso que la venta de fármacos para dejar el vicio ha aumentado casi un 300% desde el 1 de enero, cuando el Sistema Nacional de Salud comenzó a financiar dos tratamientos farmacológicos antitabáquicos: la vareniclina y el bupropion Según datos de Cofares, la cooperativa líder en el mercado de la distribución farmacéutica en España, este enero se vendieron un total de 18.700 unidades, en comparación a las 4.700 del mismo periodo de 2019, cuando estos dos tratamientos para dejar de fumar no estaban financiados por la sanidad pública.

Lo peor del tabaco es que el humo también puede servir para exportar el virus. El sistema respiratorio es la parte del cuerpo humano con la que se ceba el COVID-19 y algunos expertos ya han advertido (esto no es ningún bulo, lo han aseverado especialistas de todo el mundo) de que cualquier persona sana que inhala el aire expirado por un fumador infectado con el coronavirus corre el riesgo de ser contagiado.

Malos humos

Los malos humos de dirigentes como Donald Trump también tocan las narices. El presidente de EEUU, al que le ha costado entender la magnitud del problema hasta que su país se ha colocado como tercero con más personas infectadas por el coronavirus, ha aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Hudson por Nueva York (el contagio per cápita en la ciudad de los rascacielos ya supera al de Corea del Sur) para hacer de la necesidad de impulsar sus restrictivas políticas migratorias la virtud de hacer frente al bicho: va a denegar todas la peticiones de asilo.

Con su ego tan desbocado como de costumbre, él sabe más que nadie, desprecia a los expertos y está empeñado en levantar cuanto antes las restricciones que impone el virus. Los supremacistas, a los dos lados del Atlántico, son así de estúpidos..., digo estupendos.

El premier Boris Johnson ya se está plegando a regañadientes a la situación, mientras Jair Bolsonaro sigue resistiéndose por su parte a imponer medidas drásticas para no para no perjudicar a la economía. Un argumento el del presidente brasileño que raya lo criminal.

Algo parecido -salvando las distancias, aunque Trump y Bolsonaro compartan con él su pensamiento rústico- tenemos por aquí... El presidente de la Generalitat no tiene escrúpulos en poner la espuela del coronavirus al desbocado caballo del independentismo más feroz y falaz. Los desplantes de Quim Torra al mando único que ha asumido al Gobierno de Pedro Sánchez son constantes, bajo el argumento de que Cataluña sufre la aplicación encubierta del artículo 155 al restarle competencias para afrontar la crisis. No obstante, parece plegarse últimamente a los designios del Ejecutivo y ha descartado la idea de decretar unilateralmente el confinamiento total en Cataluña mientras censura al ministro Fernando Grande-Marlaska "su falta de respeto" a los catalanes... lo que viniendo de quién viene -el que por ejemplo considera "bestias taradas" a los españoles no catalanes- suena a un sarcasmo como otro cualquiera.

Insidias abyectas

Otra triste constante del secesionismo más barriobajero son sus invectivas abyectas, como las de Clara Ponsati, con su repugnante tuit De Madrid al cielo, o la de Joan Coma, el concejal de la CUP que ha instado a abrazar y escupir a los militares desplazados a Cataluña para auxiliar a (todos) los catalanes...

El imparable avance del coronavirus está siendo implacable con el ex president Carles Puigdemont, que también se ha quedado en la indigencia informativa pese a que sigue siendo de facto el timonel del independentismo, teledirigiendo a Torra desde Waterloo y lanzando sin descanso desde su exilio dorado críticas contra el Ejército por el despliegue de uniformados en Cataluña. Pero ya no se come ni una rosca mediática. Ha dado cuerda a los expertos que piden un confinamiento más radical que el decretado por el Gobierno y hasta se permite el lujo de ponerse la bata blanca para hablar sobre fármacos contra el Covid-19 que resultarían más efectivos -según el matasanos- que el decreto de alarma.

El confinamiento también puede hacer que te dé por pensar. Otra cosa es que baste devanarse los sesos para alumbrar una idea brillante o airosa. No lo parece en el caso de Vox, que desde su perfil de Twitter sale ahora entre churras y merinas con que "España puede vivir sin sus titiriteros, pero no sin sus agricultores y ganaderos", adjuntando un montaje fotográfico en el que aparecen Javier Bardem, Pedro Almodóvar y Eduardo Casanova, junto a un agricultor realizando labores en el campo.

La de 514 fallecidos en las últimas 24 horas en España es una cifra capaz de reblandecer a los más lacerantes, como el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, que pone banderas hasta al virus -"los anticuerpos españoles pueden con el virus chino", ha declarado ufano el convaleciente-. Pero da la sensación de que la jaula de grillos está entrando en barrena según las terribles cifras de muertos y enfermos anegan a estas malas hierbas.

Siguiendo la estela italiana

A sus conmilitones de la Liga Norte de Italia ya no les oye decir esta boca es mía y Vox parece abocado a seguir sus pasos. Los presidentes de Lombardía y Véneto, las principales regiones afectadas, pertenecen a la Liga del soberanista Matteo Salvini, que allá por febrero arremetía contra el Gobierno de Giuseppe Conte, son voces que se han ido apagando entre miles de muertos en un país, el transalpino, donde los 63.000 contagiados contabilizados oficialmente pueden multiplicarse hasta por diez...

Conte ha arremetido también contra Salvini, asegurando que "sólo él no ha contestado a mis llamadas y mensajes, da pena que haya este tipo de reacciones. No debería haber distinciones políticas en relación a este emergencia nacional".

Dejar de fumar es fácil, uno lo ha hecho mil veces, la esperanza de que alguna ocasión sea la definitiva está confinada en la conciencia; más complicado parece que los del coro del apocalipsis suelten del todo el violín del fanatismo, aunque parece que se les cae por momentos de las manos mientras sus ensoñaciones obsesivas chocan y claudican con los imponentes imperativos de nuestra triste realidad actual. Ya les vale tener que asumir a las bravas que ante el bichito de moda no hay raza superior que valga.

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