Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Tribuna Económica
Se puede definir como capacidad para competir. El indicador convencional en macroeconomía es el tipo de cambio real, es decir, el tipo de cambio nominal ponderado con el índice de precios, pero en una región sin moneda propia y con una fuerte inercia nacional en el comportamiento de los precios hay que recurrir a otro tipo de indicadores parciales sobre variables que influyen en la competitividad, como los que publica el Instituto de Estadística de Andalucía, o de carácter más intuitivo como el crecimiento relativo del Producto Interior Bruto (PIB). Si la proporción del crecimiento nacional que captura Andalucía es superior al peso de su economía en la española, se puede intuir un mejor comportamiento competitivo. Es lo que ocurrió en los primeros años de la crisis, pero desde el segundo trimestre de 2010 hasta finales de 2015 el perfil competitivo de ambas ha sido bastante similar, aunque casi siempre ligeramente inferior en Andalucía.
Desde el primer trimestre de 2016, no obstante, la proporción del crecimiento nacional realizado en Andalucía, no solamente ha sido inferior al peso relativo de su economía, sino que también se han ampliado las diferencias.
El principal problema del PIB como indicador de competitividad es que en su mayor parte está integrado por bienes y servicios que no compiten en mercados exteriores y, por lo tanto, expuestos a una presión competitiva inferior a los que sí lo hacen. Un indicador alternativo de la evolución general de la competitividad puede obtenerse observando la demanda externa y más concretamente del componente de exportaciones. El perfil competitivo de Andalucía que se obtiene del indicador de exportaciones es parecido al que se observa a través del PIB capturado, hasta 2015. Durante los primeros años de la crisis Andalucía conseguía ganar competitividad frente a España, pero comenzó a perderla a partir de 2012, manteniéndose así hasta la actualidad. Pero si en términos de PIB el diferencial con España (proporción del crecimiento español capturado por Andalucía) comenzó a ampliarse en 2016, en el caso de las exportaciones ocurre lo contrario. Entre el primer trimestre de 2016 y el tercero de 2017 las exportaciones andaluzas experimentaron un crecimiento del 11,5% frente al 6,6% de las españolas, lo que significa que las primeras han mantenido una participación creciente en las segundas durante los dos últimos años. El dato es significativo porque sugiere inercias diferentes entre ambas economías en términos competitivos. Mientras que en el fuerte crecimiento de la economía española existe un protagonismo creciente de las actividades más protegidas frente a la competencia externa (servicios y construcción), en Andalucía se mantiene el esfuerzo competitivo en los mercados exteriores (agricultura e industria). Como consecuencia de ello, durante el segundo trimestre de 2017 Andalucía superó puntualmente a España en competitividad. Ambas volvieron a igualarse durante el tercero, pero no debe sorprender una ganancia neta de competitividad por parte de Andalucía en el conjunto de 2018, anticipando, quizá, la inminencia de un nuevo periodo de convergencia con España.
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