Visto y Oído
SoniaSonia
Cobrar un extra al turista que nos visita o no. Ese es el debate que el alcalde de Sevilla volvió a poner sobre la mesa durante un foro en la capital hispalense. Ahora que el sector se recupera, la medida que en nuestro país aplican Cataluña y Baleares y a las que se sumará la Comunidad Valenciana de Ximo Puig, pone de actualidad una fuente extra de ingresos, pero no exenta de polémica.
Algunos agentes turísticos se han mostrado siempre en contra de dicho impuesto al turista por considerar que es un perjuicio para las ofertas que presentan sobre los destinos que lo incluyen, sin embargo su inclusión se estaba normalizando en los años anteriores al comienzo de la pandemia y cada vez más ciudades encarecían el precio de sus noches de hotel a cuenta de este gravamen.
Entre sus defensores, las cifras de visitantes de las ciudades que lo tienen en vigor y que no han notado que los turistas huyan hacia otros lugares renunciando a conocer Roma, París o Berlín, que son algunas de las capitales europeas que lo aplican.
Hasta la irrupción de la pandemia, Sevilla se había consolidado como uno de los lugares preferidos para el turismo en España, según algunos balances solo Madrid y Barcelona se encontraban por delante. El covid dio al traste con el turismo, una de las principales fuente de ingresos de nuestro país, y el momento de recuperación en el que nos encontramos ahora, lo ven algunos políticos como el ideal para recuperar parte de la inversión que supone ser un destino de masas.
Esas incomodidades que provocan entre los vecinos de las zonas turísticas, cuando quedan vecinos claro porque la turistificación es otro problema, se vería recompensada en parte con la recaudación al turista que duerma en la ciudad y esos euros se podrían invertir además en promoción, cuidado y mejora del patrimonio que atrae al visitante.
Sacarlo adelante o no es una cuestión al parecer de voluntades políticas, de diálogo y consenso. Vamos que en el caso de Andalucía, necesitando que haya una legislación autonómica para su aplicación, a las puertas de unas elecciones, tiene pinta de que la cosa va para rato antes de que veamos si finalmente se aplica o no.
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