La ventana
Luis Carlos Peris
Pasaron los fastos, llega la cuesta
Nada nuevo bajo el sol que alumbra el sistema de ruleta rusa que conforma el calendario copero. Es una norma que inquieta a los entrenadores superiores a la par que ilusiona a los que desde abajo ven la posibilidad de dar un salto espectacular. Partido único, campo de césped artificial, extramotivación del local que se multiplica cuando el visitante anda en la intentona de reencontrarse consigo mismo, que es el caso del Betis.
Casi una hora de sufrimiento pasó el equipo de Pellegrini en la margen derecha del Besós. Está claro que no atraviesa su mejor momento, viene de varias decepciones y bien que le vio las orejas, también el rabo, al lobo. Afortunadamente, el lobo no hizo acto de presencia porque dos lances a pelota parada iban a ser determinantes. Pero entre gol y gol, uno de Serrano tras flagrante desaplicación de ese dúo que forman Perraud y Ricardo Rodríguez para multiplicar la inquietud.
Todo podía pasar, pues en demasiadas ocasiones parecía que el de Primera era el Sant Andreu. Y el drama pudo ampliarse si un cuatribarrado no ejerce de defensa bético al sacar en la raya un balón que iba dentro. Eran los peores momentos del Betis y la sombra de tantos desencuentros a partido único que registra la historia revoloteaba cada vez más cerca sobre la vertical del juego. Decidió Pellegrini prescindir de alguna rémora que otra y la cosa tuvo final feliz, pero...
Desempató Bartra al aprovechar el rechace del portero a un penalti mal lanzado por Roque y amartilló Abde en asistencia de Mateo cuando el árbitro miraba el crono. La noche acabó bien, mucho mejor de lo que se temía cuando parecía que los roles se habían cambiado y eran los catalanes los favoritos. Pudo ocurrir un nuevo sainete y desde ya puede asegurarse que el problema de este Betis no es de actitud, sino que hay demasiados jugadores no aptos para jugar en él.
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