Capitalismo de amigos y la ética del poder

Tribuna Económica

23 de enero 2025 - 03:08

Capitalismo de amiguetes, es el título de un artículo de Paul Krugman en The New York Times del pasado mes de noviembre en el que reflexiona sobre las consecuencias económicas de las políticas anunciadas por Trump en materia de aranceles e inmigración. El amplio margen de discrecionalidad que tiene la administración para intervenir, básicamente mediante la concesión de exenciones, le lleva a pronosticar un importante aumento del favoritismo en beneficio de donantes a la campaña republicana. La afirmación remite a los resultados de un estudio durante su anterior mandato y postula que este tipo de medidas puede resultar muy beneficiosa para unos cuantos, pese al grave perjuicio que puede provocar en el conjunto. También remite a otro estudio que estima en un punto porcentual anual la penalización del “capitalismo de amigos” en regímenes populistas sobre el crecimiento a largo plazo.

Lo característico del “capitalismo de amigos” (crony capitalism) es que las relaciones entre el poder político y el económico condicionan la asignación de los recursos públicos. Aunque es propio de regímenes populistas, tanto de izquierdas como de derechas, y se identifica con corrupción institucional, se ha hecho visible en los más diversos escenarios a raíz de los programas extraordinarios de rescate tras la crisis financiera internacional y la pandemia. Proliferó durante la transición al mercado en Europa oriental y se hizo viral con los casos de D. Cheney, vicepresidente norteamericano durante la guerra de Irak, por sus vínculos con empresas beneficiadas con contratos públicos multimillonarios, y H. Paulson, secretario del Tesoro con G.W.Bush y anteriormente alto directivo de Goldman Sach, además de impulsor del plan que llevó su nombre para el rescate de bancos y entidades financieras implicadas con responsabilidad en el colapso.

Otro Premio Nobel de Economía, J. Stiglitz, acaba de publicar otro artículo, The end of progress?, de similares características. En los últimos 250 años, el progreso de la humanidad ha sido mucho mayor que en los 2.500 anteriores y ello ha sido posible gracias a que las leyes han desplazado a los absolutismos, a que la verdad ha prevalecido sobre el obscurantismo y al mejor conocimiento del comportamiento humano. La clave del éxito reside en que estos procesos han sido ampliamente difundidos y compartidos en las democracias liberales, pero la perspectiva de la nueva oligarquía en el poder en Estados Unidos no permite, en su opinión, confiar en la preservación de estos principios. El autor se pregunta si en estas condiciones puede continuar el progreso.

Mentiras, manipulación y desinformación adecuadamente canalizadas mediante el potente vehículo de las redes sociales han demostrado su eficacia para condicionar el enfoque con que observamos la realidad. El ejercicio del poder encuentra en estos tiempos resortes capaces de sortear las restricciones éticas que impedirían intervenir en asuntos como el Canal de Panamá o los procesos electorales en Europa y permiten a la oligarquía supermillonaria que apoya a Trump confiar en que pueden dictar, en su beneficio, las reglas de un nuevo orden internacional.

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