La ventana
Luis Carlos Peris
En el día más rico en sensaciones
Estábamos en uno de esos días del curso en que, tras dormir con un solo ojo, lo afrontábamos con esa sensación desagradable que nos acosa cuando hay mucho que perder y donde ganar es una obligación. De esa manera, el fútbol según Sevilla embocaba la tarde desde su comienzo a la hora del postre en la fría Huesca y ante un equipo presuntamente enardecido por la tarea posible de doblegar a un enemigo muy superior.
Se echaba la moneda al aire con la sensación temerosa de que pueda no salir de cara y lo cierto es que cuando aparece un Betis con sus mejores galas disponibles, con la única rotación de Ricardo Rodríguez en vez de Perraud siempre y cuando a eso pueda llamársele rotación, el subconsciente se tranquiliza. Está clara la diferencia y con Isco al mando, golazo incluido, el cuerpo entra en caja viendo dos tiros de Lo Celso a la madera y un fallo clamoroso de Vitor Roque.
En la continuación se acentúa la diferencia, pero el segundo gol no llega y el tramo final lo sufre el Betis caminando sobre el alambre y pidiendo a gritos la hora. Tras eso, la sesión continúa en Almería y pronto parece que será un coser y cantar para el Sevilla, pues Isaac se aprovecha de un error de Edgar para abrir el marcador. Sólo van cinco minutos y aquello se ve encarrilado a través de un primer tiempo de manifiesta superioridad sevillista frente a un inocuo Almería.
Pero todo era un castillo de naipes que se derrumbaba. A los nueve minutos ya Marezi y Luis Suárez habían volteado la eliminatoria y a partir de ahí, el acabóse. Los locales parecían los de Primera y el Sevilla de no se sabe dónde. Esa segunda parte puede haber entrado de facto en uno de los capítulos más negros en los casi ciento veinte años de historia del Sevilla Fútbol Club. Luis Suárez redondearía la faena con dos goles más y así, con cal y mucha arena, se remató la jornada.
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