El bosque no deja ver los árboles

08 de diciembre 2024 - 03:10

Es una pena que de las numerosas actividades, conciertos, exposiciones y cultos realizados con motivo del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, tan sólo se hace eco de la procesión de clausura, cuando hay ponencias y mesas redondas muy interesantes, donde han participado importantes personalidades, expertos en piedad popular y altas personalidades eclesiásticas. Es una oportunidad única de tratar y poder dialogar con tantas personas de destacada notabilidad. Y aprender de las magníficas aportaciones de los ponentes y conferenciantes. Quizás en esta ocasión se ha vuelto a cumplir el dicho que el bosque no deja ver los árboles, se ha estado hablando demasiado de qué imágenes protagonizarían la procesión, de las sillas y de temas cofradieros, tal vez sin pensar o reflexionar sobre este congreso como cristianos comprometidos.

Los sevillanos debemos sentirnos orgullosos de la celebración de este gran congreso en nuestra ciudad, al que han asistido casi 2.000 congresistas procedentes de lugares de toda España y de un sinfín de países. Sevilla con su piedad popular, nuevamente, está siendo referente a nivel internacional. Esta religiosidad está aglutinada en numerosas cofradías y hermandades, más de 600 en la Archidiócesis, que han trabajado duro y con generosidad para que estos días seamos un ejemplo a seguir. Poniendo sus sagrados titulares en bellas veneraciones, participando sus hermanos en el voluntariado, recibiendo a los congresistas en sus casa de hermandades, etcétera. Todo ello ha pasado desapercibido por la procesión de clausura del II Congreso, que seguro será una magnífica procesión llena de belleza y de devoción, pero su propia organización como el itinerario, el recorrido, la venta de sillas, etcétera, ha eclipsado lo fundamental y primordial: el congreso y que la ciudad hispalense sea nuevamente el lugar de encuentro de cofrades de innumerables lugares con diversas costumbres y tradicionales, pero todos con un denominador común, la fe que procesamos como cofrades.

stats