La ventana
Luis Carlos Peris
La Navidad como pata de un trípode
Un apagón general de seis minutos de duración le arruinaba la tarde al Betis en la atípica cita valenciana. Hasta el apagón, incluso hasta después de su finalización, fue buena la imagen del Betis, pero un apagón que cuesta tres goles dificulta sobremanera la idea de justificar el partido bético. Pero goles son amores y ese trío encajado en un abrir y cerrar de ojos condicionaron un partido que estuvo presidido por la emotividad.
Emotivo cuanto rodeó el preludio de un choque que enfrentaba al colista de la tabla con un equipo que anda en Europa y que llegaba a Mestalla condicionado por la plaga de bajas que sufre. Tras esos prolegómenos se secaron las lágrimas de muchos para dar paso a dos equipos que iban por el partido dando primero el Valencia y contestando el Betis con un gol en propia meta del goleador de la tarde, ese Hugo Duro que hizo dos en la meta del Betis y uno en la suya.
Ya antes del empate creó dos ocasiones muy claras Ez Abde, pero no logró rentabilizarlas solo como estaba ante Mamardashvili. La impresión cuando entonces era que el segundo gol del Betis estaba al caer, aunque el palo largo de Rui Silva iba a repeler un testarazo ché. Funcionaba el circunstancial centrocampismo verdiblanco, Vitor Roque se las tenía tiesas con Mosquera y el tiempo transcurría con la impresión de que todo era cuestión de tiempo, pero...
Minuto 50 y Hugo Duro le coge las espaldas a la defensa y bate a Rui Silva de precisa vaselina. Dos minutos después, el propio Duro fusila a Rui para rematarse la faena con golazo de López que parecía echar al Betis del partido. Y aunque el muro levantado en sólo seis minutos parecía inexpugnable, un gol de Chimy Ávila abría una vía de esperanza, pero vana ilusión. Aquello estaba perdido para un Betis que llegó dando besos a Valencia sin contar con un apagón tan determinante.
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