Apoteosis cuaresmal en Robles

Recordábamos días atrás un acto que en plena Cuaresma se celebraba para reconocer los méritos semanasanteros de alguien. Era la idea de unos rancios maravillosos que distinguían con un horrendo mono llamado Homo Cofrade y que la pandemia se llevó por delante. Y así como mi amigo Fernando López instituyó el Jarrillo de Plata, ahora ha tomado cartas de naturaleza la Cántara de Honor que ha visto la luz de la mano de Pedro Robles junto a una cuadrilla en la que figuran muchos de aquellos rancios del Homo. Antier noche, mientras caían las canales, se entregaba el segundo Cántaro a Laura Gallego, la extraordinaria folclórica jerezana. Y a la entrega respondió ella con tres magníficas plegarias aflamencadas a las dos Esperanzas y al Gran Poder, mientras en la calle llovía de forma torrencial.

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