Gumersindo Ruiz

Un año que hicimos posible

Tribuna Económica

09 de enero 2024 - 01:00

Cuatro mujeres en ministerios económicos han tenido un papel relevante; se ha ganado la confianza de las instituciones europeas y más fondos de los que comunidades autónomas, ayuntamientos y empresas son capaces de invertir; con una política social y de rentas se ha mantenido la demanda de consumo y el empleo; la insistencia en el ahorro y rehabilitación energética han dado buena imagen y añadido valor a la producción. Y en fin, la negatividad del déficit ha encontrado compensación en el rigor impositivo, y algunos economistas y políticos comienzan a entender que los impuestos no desagradan a los mercados de deuda; además, los impuestos extraordinarios no han impedido a algunos bancos tener resultados espectaculares en bolsa. Esta política económica ha sido muy cuestionada, pero retrospectivamente está claro que se ha actuado correctamente estimulando la economía y cubriendo en lo posible a los más vulnerables, al tiempo que se generaba confianza. Puede que el resultado de las acciones de nuestras ministras haya sido una coincidencia, pero si el mercado te da la razón, sólo cabe la bendición de los comentaristas que día tras día nos anunciaban una catástrofe. Hace tres años, al empezar 2021, la producción caía más de un 11%, los precios al consumo estaban en negativo, y con tipos de interés cero, algo nada sano, el paro superaba el 16%, y el déficit público era del 11%. Al empezar 2022 los precios habían subido al 8,5%, y el déficit era aún de casi el 5%. Entre tanto vaivén hemos cerrado 2023 con un crecimiento por encima del 2,3%, precios del 3%, intereses (a diez años), igual, paro por debajo del 12%, y déficit del 4%, datos de una economía que ha encontrado su equilibrio en un período extraordinariamente turbulento.

Relaciones simplistas no explican econométricamente la in-flación; así, la subida de salarios, salarios mínimos y pensiones, o márgenes de empresas, no ha llevado a la espiral inflacionistas con que algunos amenazaban. Pero cuando metemos en un modelo la disrupción en el comercio y en los suministros se muestra que es la variable principal explicativa de los precios, e indirectamente de la reacción de tipos de interés, reducción de demanda de consumo y producción. También se llega a lo mismo por las dificultades para producir como consecuencia directa de la falta de suministros. Así pues, quizás la principal amenaza para 2024 sea la guerra de Israel y los problemas de transporte en el Mar Rojo, por donde pasa el 12% del comercio mundial, y los de suministros con el recrudecimiento de la guerra de Ucrania. También el canal de Panamá opera al 55% de su capacidad por falta de nivel de agua por la sequía, que en Andalucía es un elemento más que resta dinamismo a la producción, por lo que no es extraño que la CEA ponga el agua a la cabeza de sus preocupaciones. Una conclusión es que no deberíamos perder tanta energía en las escaramuzas de la política interna, sin que la diversidad parlamentaria impida tomar medidas económicas que admiten matices pero en lo esencial están claras, y concentrar la atención y esfuerzos en revisar fallos en la cadena de suministros, reducir la dependencia energética, tener proyectos en los que invertir los fondos europeos, y a la gestión del agua.

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