El parqué
Pendientes de Trump
Ver a Isco con botas de tacos trotar junto a sus compañeros es un motivo de alegría. Rara vez, un equipo añoró tanto la ausencia de uno de los suyos y el tiempo que el malagueño lleva sin pasar lista se está alargando demasiado. Desde mediados de mayo, justamente el nefasto 16, en que fue cazado alevosamente por Coco, uno de los centrales de Las Palmas de García Pimienta, el Betis llora la ausencia de su buque insignia.
Porque nadie dudará de que Isco, Alarcón por su padre, recitaba un papel predominante en un Betis que buscaba un lugar en la Europa Ligue a falta de dos jornadas de que se arriase el telón de la Liga 23-24. Había acaparado los MVP de forma espectacular y todo lo que proponía el equipo de Pellegrini era idea de un futbolista mágico. No se alcanzó plaza en el segundo torneo continental y hubo el Betis de conformarse con el tercero, esa Conference que ahora vive con preocupación.
Venía ayer en las gacetas más variopintas la foto que mostraba a Isco en versión futbolista y esa ha sido la mejor noticia para la causa bética desde tiempo ha. Y aunque no hay que elevarlo a definitivo, dicen que el 22 de diciembre está marcado en rojo como posible fecha para el retorno. Es el día que protagonizan los Niños de San Ildefonso y domingo en el que el Rayo visita Heliópolis, con lo que de volver podría considerarse como sentirse agraciado con el Gordo de Navidad.
Decíamos ayer que la calidad de los lesionados había destrozado la planificación, pero es que entre tanta lesión de gente importante, la de Isco se lleva la palma. Cuando se diagnosticó aquel paso atrás de la fractura consolidada en falso, un manto de pesimismo cayó sobre el sentimiento verde, blanco y verde. Ahora y con la debida cautela, viendo al mago costasoleño dando la imagen de futbolista apto, el manto vira a optimista, pero a media asta, con mucha cautela.
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