
Joaquín Aurioles
Las instituciones informales
Para ser fiable, el Betis ha de conseguir que el edificio tenga una mejor cimentación. Tras el choque europeo de antier ha sido juicio común la falta de solidez defensiva del equipo. Una falta de solidez que no es continua, pero que ocurre recurrentemente y de manera indiscutible. Es un mal endémico el del equipo de Pellegrini que aparece periódicamente y que igual que pasó en Balaídos ocurrió ante el Vitoria Guimaraes.
Un problema que le priva de fiabilidad y de hacer proyectos a medio y largo plazo, pues nunca se sabe cuándo van a aparecer esas desaplicaciones. Aparecen y punto, no se sabe cómo, o sí se sabe, pero lo hacen de forma irremediable, sin posibilidad de ser neutralizadas. Y pasa que se frustra la posibilidad de acudir al Norte de Portugal con el pasaporte a cuartos encarrilado, pero que el rival tire dos veces a puerta y cante bingo es fruto a medias de tino y de debilidad defensiva.
¿Y cómo se corrige esta falla? Pues seguro que quien mejor lo sabe es el entrenador, incluso el omnímodo Isco suele poner el dedo en la llaga cada vez que llegan las desaplicaciones. El malagueño siempre argumenta las decepciones con la misma sentencia. “Regalamos demasiado” dice en situaciones como la ocurrida antier frente a los lusos del Vitoria Guimaraes. Un balazo lejano y un tiro raso y sin fuerza dejaron retratados a los encargados de evitarlo, léase Vieites y Natan.
Está el bético deseando ver a Álvaro Valles y al portugués Guilherme pleiteando por la titularidad en la portería, pero para eso hay que esperar. Sin que fuera Iríbar, la marcha de Rui Silva debilitó sobremanera la portería bética. Adrián sigue siendo un buen portero, pero está desempeñando un papel superior al que se le suponía cuando le llegó la posibilidad de retirarse en su equipo de siempre. Sensaciones todas que le quitan fiabilidad a un buen Betis y eso hay que arreglarlo.
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