Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Voces
En una temporada donde más allá de las once da pereza permanecer en el uso tradicional del televisor, la serie Las abogadas, los miércoles en la noche de La 1, es de lo más interesante que se ha estrenado en este año. Sin ser un delirio de mordiente, la ficción producida por MOD deambula por la recreación histórica, el costumbrismo, el retrato hasta la dimensión de homenaje de sus protagonistas y un contexto histórico que merece ser revisado a través de otros personajes.
La tragedia del asesinato del activista estudiantil Enrique Ruano lo ha rescatado esta serie pero merecería un monográfico documental sobre cómo el Ministerio de Información controlado por Manuel Fraga creó documentos para cambiar la versión de lo que había sido tortura y asesinato a cargos de unos agentes de seguridad que se fueron de rositas. Las abogadas trata de asuntos que todavía escuecen y que deben ser recordados, con esa grafía que a los espectadores veteranos nos hace evocar el visionado de una ficción de los 70, tiempo de madurez para esas jóvenes letradas que se implican en el necesario cambio político y los inevitables cambios sociales.
Elisabet Casanovas llega a arrancar sonrisas cuando la contemplamos como una juvenil Cristina Almeida que ya daba muestras de lo que sería, mientras Irene Escolar se excede en la afectación sobria de la futura alcaldesa Carmena. A Paula Usero se le percibe su experiencia en su rol de Amar es para siempre, complementaria a la combativa Paca que interpreta Almudena Pascual.
Estas abogadas fueron cuatro niñas bien que desde una privilegiada posición optaron por el camino más intrincado del combate por las mejoras para todos en pleno endurecimiento agónico de la dictadura. Sin prejuicios partidistas, la historia de Las abogadas es un mosaico que intenta ser sincero y realista, con rasgos románticos y concesiones a la comedia, a los sentimientos mundanos, para humanizar a todos sus moradores. TVE debe insistir en este camino.
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