La ventana
Luis Carlos Peris
La Navidad como pata de un trípode
La Salud que viene
Al poco tiempo de declararse el estado de alarma, la mayoría de los profesionales sanitarios tomaron conciencia de la magnitud del reto al que se enfrentaban. Los que lo combatían en primera línea, testeaban de forma desesperada la efectividad de cada nueva propuesta terapéutica que alimentara un mínimo de ventaja cuando el virus mostraba su peor cara. Otros trabajaban desde la retaguardia revisando tareas de gestión y planes previos que habían quedado abruptamente obsoletos. Los científicos de laboratorio preparaban el “día D” del desembarco de las vacunas, que tanto se ansiaba… También desde la salud digital tuvimos que adaptar las estrategias previas a la nueva realidad. El sistema sanitario se estaba colapsando y ya nadie respondía a las llamadas desesperadas.
Como afirmaba en Diario Medico hace unos días la presidenta de la Sociedad Española de Optimización de la Farmacoterapia (Sedof), María González Valdivieso: “Muchas personas han visto descontinuada su medicación por falta de acceso al sistema sanitario”. En nuestra propia compañía activamos varias iniciativas para ayudar en lo posible. Lanzamos el proyecto #medicosfrentealcovid, o aceleramos la disponibilidad de la receta electrónica. Pusimos en marcha mecanismos de apoyo a los más desfavorecidos como ningún mayor solo… Pero eran muchas las amenazas que aún nos acechaban y para las que nos debíamos preparar. Buscamos antecedentes comparables en el pasado que nos sirvieran de referencia. Entre ellos identificamos el momento histórico que sin duda más se parecía al actual: La gran pandemia de principios del siglo XX; de la que nos preocupó de forma especial, las inmensas secuelas mentales que dejó en la población mundial en los años posteriores.
Efectivamente, tal y como ya avanzamos aquí en nuestra columna del pasado mayo, los trabajos del demógrafo histórico noruego Svenn-Erik Mamelund vincularon un incremento en el número de ingresos psiquiátricos durante los 6 años posteriores a la pandemia de 1918; un 7,2 % superior a lo esperado. Y ahora, de forma equivalente, comenzamos a notar la magnitud de semejantes secuelas. Esta misma semana, el CSIC publicaba el primer estudio sobre la salud mental de los españoles por la pandemia. En la encuesta realizada, uno de cada tres españoles declara haber llorado como consecuencia de la misma.
El 51,9 % dice sentirse “cansado o con pocas energías”; el 41,9 tiene “falta de sueño”; el 33,1 % siente “palpitaciones o el corazón acelerado” y al 17,3 % le “falta la respiración”. Muchos de estos síntomas pueden representar la antesala de verdaderos problemas mentales si no se actúa de forma rápida. La revista The Lancet afirma que los supervivientes de la enfermedad parecen presentar un mayor riesgo de secuelas mentales como trastornos de ansiedad, insomnio o demencia. Y lo peor, es que las consecuencias socioeconómicas derivadas de la crisis, y que afectan al resto de la población no contagiada, apuntan hacia el mismo lugar.
Siendo una exigencia ética habilitar los recursos necesarios para abordar el problema descrito, desde DKV reforzamos los componentes afectivos que forman parte de Quiero Cuidarme Más. Contando ya con test de autoanálisis de calidad del sueño o de bienestar emocional, como parte de su Índice de Vida Saludable, se han incorporado nuevos recursos genéricos de soporte como DKV Omm, o apps de apoyo a la relajación y de mindfulness como Intimind o Medita, accesibles desde nuestro Club de Salud y Bienestar.
Y esto es sólo una parte de lo que estamos preparando. Así, a través de nuestro Laboratorio de Innovación en Salud digital, en el Barcelona Health HUB, diferentes emprendedores relacionados se están incorporando a nuestro ecosistema. Entre ellos destacamos la solución eB2; una herramienta de Inteligencia artificial que monitoriza comportamientos desde el teléfono móvil u otros dispositivos asociados. Fruto de mas de 10 años de investigación entre ingenieros y psiquiatras de la Universidad Carlos III de Madrid, recoge de forma automática y continua la actividad digital de cualquier persona que lo autorice: su movilidad, actividad física, uso de apps, sueño o estado emocional. Mediante algoritmos sofisticados se generan informes que mas tarde son interpretados por especialistas para intervenciones de behavioral change.
De igual manera, desde el propio DKV Club está disponible la solución de realidad virtual Psious que permite diferentes intervenciones terapéuticas para el tratamiento de miedos y fobias entre otras patologías. Solo es el principio. Así, uno de nuestros campos de mayor interés es el de la llamada computación afectiva, al que dedicaremos un espacio específico.
Pero, en todo caso, estos problemas pueden llegar a ser de mucha mayor envergadura que meros estados emocionales reactivos y autolimitados; y eso no es fácil de discernir, pudiendo ser necesario finalmente el concurso del psiquiatra. Por ello, la mejor alternativa es disponer de un orientador psicológico en línea, que ayude de forma inmediata en la interpretación de los síntomas, cuando estos se encuentran aún en estados incipientes. De esta manera, hemos activado equipos de profesionales que ya operan desde nuestra plataforma empresarial de telesalud (PET) que son accesibles desde QC+.
En la Salud que viene dispondremos de soluciones que nos ayuden a orientar, con base a la mejor evidencia disponible, la mejor forma de actuar ante estados de debilidad emocional, con base a algoritmos que prevean de forma anticipada, nuestra susceptibilidad de padecer algún episodio de enfermedad mental, partiendo de una simple conversación telefónica o de un chat. La combinación de sistemas de inteligencia artificial con consultas virtuales accesibles de forma inmediata habilitará el mejor recurso disponible para cada caso concreto, en el mejor momento y lugar. Las nuevas formas de terapia digital harán el resto.
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