La ventana
Luis Carlos Peris
Realidad tras unos sueños infundados
calle rioja
Henry Kissinger se ha muerto con cien años. En 1973 tenía 50. El 10 de diciembre de ese año, no sin polémica, recibió en Oslo el premio Nobel de la Paz. Lo compartía con el vietnamita Le Duc Tho, que rechazó el galardón. Nueve días después era recibido en su despacho del Paseo de la Castellana, 3, por Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno, a quien acompañaba el ministro de Asuntos Exteriores, Laureano López Rodó, que había sustituido en la cartera a Gregorio López Bravo. Era el tiempo de los Lópeces: López Rodó, López Bravo, López de Letona. La entrevista estaba prevista para el día 21, pero Kissinger la adelantó dos días porque en su agenda tenía encuentros en París con el presidente francés Georges Pompidou, con el argelino Buteflika y el político vietnamita Le Duc Tho.
Si no la adelanta, esa entrevista no habría tenido lugar. Hoy se cumplen cincuenta años del atentado de Eta que le costó la vida a Carrero Blanco, de 69 años, a su escolta Juan Antonio Bueno Fernández, de 51, y al chófer José Luis Pérez Mogena, de 33. Un falso escultor alquiló el sótano de una vivienda en la calle Claudio Coello y dos falsos electricistas hicieron las conexiones en plena calle para detonar el explosivo al paso del vehículo. Se sabían de memoria la rutina del presidente: “Oye misa y comulga, regresa a casa, desayuna con su mujer y marcha al trabajo a Castellana, 3”.
El 20 de diciembre de 1973 era jueves. En Sevilla el día era muy desapacible, hasta el punto de que hubo que cerrar el aeropuerto. En el cine Trajano estrenaban El discreto encanto de la burguesía. El viernes 21 en el cine Imperial estrenaban Chacal, adaptación de la novela de Frederick Forsythe sobre el intento de atentar contra el ex presidente francés Charles de Gaulle. Como suele ocurrir, la realidad superó a la ficción. También tuvo su película. Costa-Gavras la tituló Operación Ogro, que era el nombre que la banda terrorista Eta puso a su plan para acabar con la vida de Carrero Blanco.
Esos días que también cambiaron el mundo como en la novela rusa de John Reed (dos días después del atentado, la Opep reunida en Teherán decidía duplicar el precio del petróleo), se organizaron en Sevilla dos viajes a Madrid cuyos resultados se vieron directamente afectados por el mortal atentado. José Utrera Molina había sido gobernador civil de Sevilla (antes lo fue de Ciudad Real y Burgos) y como ministro de Vivienda del primer y único Gobierno presidido por Carrero fue quien concertó con el presidente la cita para agilizar los trámites del canal Sevilla-Bonanza. Algunos de los expedicionarios estaban muy unidos al presidente del Gobierno: Juan Fernández Rodríguez García del Busto, alcalde de Sevilla, era hermano mayor de Pasión cuando Carrero y su esposa juraron en 1961 las reglas de la hermandad. Unos meses antes de aquella entrevista fallida, fue el alcalde que certificó el traslado de la Feria del Prado a Los Remedios. Mariano Borrero Hortal, presidente de la Diputación Provincial, estaba casado con Carmen Carrero Pichot, hija del presidente del Gobierno. El yerno presidió el día 15 de diciembre un pleno de la Diputación en el que anunció la trascendencia del proyecto. También viajaron a Madrid el gobernador civil de Sevilla, Víctor Hellín Sol, y el periodista Nicolás Salas. “El atentado contra Carrero Blanco supuso la muerte del proyecto de canal Sevilla-Bonanza”, llegó a decir Salas. “Ahí murió un proyecto de un polígono industrial a lo largo de un canal de 83 kilómetros con un puerto a derecha e izquierda funcionando de día y de noche”.
Tres mujeres viajaron desde Sevilla a Madrid. Leonor, esposa de Fernando Soto (Sevilla, 1938-2014); Carmela, de Eduardo Saborido (Sevilla, 1940); y Luz María, de Francisco Acosta (Sevilla, 1945). Sus esposos habían sido detenidos junto a otros siete sindicalistas de Comisiones Obreras el día de San Juan de 1972 y permanecían en prisión en la cárcel de Carabanchel. El día del atentado contra Carrero los levantaron muy temprano, los trasladaron en un convoy de furgones policiales hasta el Palacio de las Salesas, donde debería iniciarse el llamado Proceso 1001. El atentado obligó a retrasar el inicio de las sesiones. Ellos se temieron lo peor. El ministro de la Gobernación era el temible Carlos Arias Navarro, que había dejado la Alcaldía de Madrid para incorporarse al Gobierno de Carrero Blanco y lo sustituyó en la Presidencia del Gobierno tras su asesinato. Acosta salió de prisión en febrero de 1975; Soto y Saborido, el 28 de noviembre de ese año, ocho días después de la muerte de Franco, casi dos años después del atentado contra Carrero Blanco. A Soto lo defendió Alfonso de Cossío; a Saborido, Adolfo Cuéllar; a Paco Acosta, Cristina Almeida. También formaban parte de ese grupo Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius y el sacerdote Francisco García Salve.
Cuando matan a Carrero Blanco, Betis y Sevilla estaban en Segunda División. Muchas veces la historia se repite, el Sevilla había perdido contra el Baracaldo y como cincuenta años después, destituyó a su entrenador, el austriaco Ernest Happel. Los fuertes vientos obligaron a retrasar el partido de Copa Sevilla-Erandio, que se disputó el mismo 20 de diciembre. El domingo 23 el Betis ganaba en Riazor y se ponía líder. Fue la temporada 73-74 de la manita del Barça de Cruyff en el Bernabéu y de la final de la Copa de Europa que en el segundo partido perdió el Atlético de Madrid contra el Bayern Múnich.
El funeral por Carrero Blanco lo ofició el cardenal Tarancón el 22 de diciembre, el mismo día del sorteo de la Lotería de Navidad (el gordo, 34739, cayó íntegro en Madrid). Por su vinculación con Sevilla y la hermandad de Pasión, el cardenal Bueno Monreal ofició una misa por su eterno descanso en la Basílica del Salvador. Una de sus primeras apariciones públicas tras ser nombrado por Franco presidente del Gobierno el 8 de junio de 1973 fue en la coronación canónica de la Virgen de Valme. Tras el atentado, la prensa local publicó fotos de Carrero de vacaciones en Chipiona o de visita en el Alcázar acompañado por Rafael Manzano, arquitecto-conservador del palacio tras la muerte de Joaquín Romero Murube en 1969.
Carrero Blanco es el quinto presidente del Gobierno de España muerto en atentado después de Prim (1870), Cánovas del Castillo (1897), Canalejas (1912) y Eduardo Dato (1921). Tres de sus cinco hijos fueron marinos como él. En sus escritos utilizaba el pseudónimo de Juan de la Cosa, navegante y cartógrafo nacido también en Santoña (Cantabria), autor del mapa más antiguo que existe del continente americano. Formó parte de seis gobiernos a lo largo de 22 años, pero sólo presidió el último durante apenas seis meses. Su primer gabinete, el del 19 de julio de 1951, en la subsecretaría de la Presidencia, supone el paso de un Gobierno de Bloqueo Internacional (1945-1951, desde el final de la Segunda Guerra Mundial) a otro de Apertura Internacional, sellado con hitos como la firma de un tratado de cooperación y defensa con Estados Unidos y del Concordato con el Vaticano. Es paradójico que esté al frente, bajo la supervisión de Franco, del Ejecutivo que desbloquea la relación con Estados Unidos y que su última entrevista de trabajo fuera con Henry Kissinger.
En su primer reajuste ministerial, de 26 de febrero de 1957, incorporó como ministro sin cartera a Pedro Gual Villalbí, cuya tarea fue fundamental en la asistencia a los damnificados por la riada del Tamarguillo de noviembre de 1961. Tuvo calle entre la Barzola y el Polígono Norte que le fue retirada en aplicación de la ley de memoria histórica, como también suprimieron las avenidas que llevaban los nombres de Utrera Molina y Carrero Blanco, nombres fundamentales de la fallida aprobación del proyecto Sevilla-Bonanza. La segunda se llama ahora Adolfo Suárez. Carrero formó parte de los gobiernos que avalaron los planes de Desarrollo y el boom turístico. O el de la Ley Orgánica del Estado aprobada en referéndum el 1 de enero de 1967. El Gobierno de Carrero llegó a tener 19 ministros. La elefantiasis gubernamental tiene precedentes. Para la cartera de Vivienda hizo llamar a Utrera Molina, que asistía en Ginebra a una reunión de la Organización Internacional de Trabajo. No han inventado la pólvora los que ahora se reúnen en la ciudad suiza. El Betis subió a Primera. El Sevilla tuvo que esperar. Pedro Sánchez tenía un año y nueve meses. Ese año murieron los tres Pablos (Picasso, Neruda, Casals), se quitó la vida Salvador Allende en el Palacio de la Moneda y falleció en accidente de tráfico el cantante Nino Bravo.
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