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El programa Tesoros de la tele de La 2 rescata fragmentos íntegros de programas del archivo de TVE y añade rótulos con carácter de museo, tanto para aclarar recuerdos a los espectadores veteranos como para descubrir y valorar los contenidos seleccionados a las nuevas generaciones. Aguardamos la entrega con Jesús Quintero y la de los payasos de la tele.
El programa dirigido por Pedro Santos, uno de los custodios de ese magnífico fondo documental que conserva la cadena pública, regresó este jueves con el Ahí te quiero ver de Rosa María Sardá. El talk show de la actriz catalana fue el primero en contar con una introducción en cada entrega (es decir, en TVE se hizo antes que Los Simpson) y en aquel prime time sin competencia privada había sitio para escritores, como Camilo José Cela; como tiempo y sosiego suficiente para que charlara un monumento español de la actuación como José Luis López Vázquez y su autobiografía en párrafos sentidos.
Sardá aliñaba de humor su programa con el que su equipo jugaba a diseñar otros formatos para las entrevistas y la conducción de secciones. Por esa vertiente se percibe el ingenio del hermano, de un pipiolo radiofónico como Javier Sardá, doce años antes de que se marchara a Marte y todo lo que sobrevino en aquellas canallas noches.
En Tesoros de la tele, mediante unas amplias pinceladas, el público de La 2 pudo recordar, o descubrir, la envergadura artística de Rosa María Sardá y de quienes la acompañaban en aquella aventura ochentera. Se limitaban a hacer, en apariencia, una televisión básica, algo que ahora, pese a todos los avances y la variedad de ofertas, ninguna cadena principal se atreve a hacer. Es como si hubiera una falta de confianza en el espectador, al que se le cree tan poco formado como para huir en cuanto alguien habla más de dos minutos seguidos. En seguida hay que idear efectos, añadir gente que grita o fabricar un juego para que nadie se aburra. Sardá solía charlar y dar la palabra. En fin, una osadía temeraria.
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