el poliedro

José Ignacio Rufino

Saber y ganar 'moscosos'

Los llamados 'moscosos' se instauraron para compensar la hiperinflación, pero sólo para los funcionariosSegún Yuyu, quien inventó los "días de asuntos propios" es un genio, el número uno

29 de junio 2019 - 02:37

Se dice, con maldad, que cómo no va creer en el Más Allá un funcionario medio (vale a decir, ya en otro nivel de emolumentos, europarlamentario o miembro del consejo de administración de una cotizada… tras cruzar una puerta giratoria), si el paraíso laboral que tienen en vida ya les va allanando y acojinando las incertidumbres del existir. Lo cual no es moco de pavo: no vaya a ser que todo sea oscuro y pura nada tras la muerte; eso que nos llevamos para el barrio de los calladitos (nos llevamos: quien suscribe es funcionario de la universidad). Un amigo, aficionado a jugar a ser malévolo para compartir risas, me sugiere que escriba aquí sobre cómo uno de los ganadores del concurso televisivo Saber y ganar es funcionario del Estado. ¿Cómo ha ido a diario durante semanas al programa que conduce el increíble hombre no menguante, Jordi Hurtado, sin por tanto acudir a su puesto de trabajo? Pues con derechos ganados por la oposición, que a no pocos les parecen blindajes y prebendas excesivas. En este sentido es curioso cómo funciona la percepción selectiva: quienes no opositaron o concursaron para ser propietario de una plaza pública perpetua suelen considerar tal condición un agravio comparativo: autónomos -declaren o no alimentar con sus pechos emprendedores a los funcionarios- para quienes todos somos burócratas escaqueados de los de Forges; empleados en la privada y asociaciones patronales que despotrican de la plaza de por vida y su inherente paguita… salvo que un hijo suyo gane una plaza, que eso ya varía la percepción, y ya se omite con discreción la denuncia de la regalía del funcionario… que, por cierto, en su inmensa mayoría es una maquinita de llenar el carro del Carredona o el Mercafour. Ya lo dijo Sinclair Lewis: "Es difícil hacer que alguien entienda algo si su salario depende de que no lo comprenda". Percepción selectiva, también.

Aunque podría pedir excedencia sin salario, que no todos pueden, la clave de que este ganador de quiz show en horario de cabezadita pueda ausentarse la dio el Yuyu, locutor de radio y prestigioso carnavalero: "¿A qué tipo de personas admira usted más, Yuyu?", "Bueno, admiro a la gente con creatividad que aporta cosas importantes a la humanidad… a mí, por ejemplo, me parece un crack el que inventó los días de asuntos propios… ha habido cositas como Miguel Ángel, Einstein… pero el número uno es ese tío". El tío se llama Javier Moscoso, y de hecho esos días extra de libranza y de disposición discrecional del funcionario se denominan con el epónimo moscosos. De la mano de aquel ministro de Presidencia de Felipe González en los ochenta del siglo pasado, se establecieron para funcionarios para compensar niveles de inflación y de pérdida de poder adquisitivo de dos dígitos, ante la incapacidad del Estado de asumir compensaciones salariales de tal magnitud: ahí tiene usted seis días para que disponga de ellos como le plazca. Usted dirá, con razón, que eso es de lo más asimétrico: los empleados de la privada no olían ni mucha actualización salarial por el IPC ni día alguno extra para su solaz y holganza. "Haber estudiado", como se les recuerda, vengativamente, a los chulitos del cole que eran tan populares como con poco rumbo laboral y económico cuando ya el tupé menguó y las arrugas comenzaron su ofensiva. Juzgue cada cual y responda de lo suyo. No resisto el mencionar algunos miembros de aquellos gabinetes socialistas, un plantel de dream team profesional y político (sean malos, comparen con el de ahora): Almunia, Barón, Boyer, Croissier, Fernández-Ordóñez, Gómez Navarro, Ledesma, Lluch, Maravall, Rubalcaba, Serra, el propio Moscoso. Todos funcionarios del Estado. Servidores públicos, dicen los finos anglosajones.

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