Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Nadie esperaba una subida de la inflación en Estados Unidos como la que hemos conocido esta semana. El IPC se disparó hasta el 4,2% interanual, batiendo niveles máximos desde 2008. Las bolsas profundizaban sus recortes y la volatilidad se disparaba. Las acciones tecnológicas. las más ávidas de dinero fresco, eran las que más sufrían. En los mercados de deuda una oleada de ventas hundía los precios e impulsaba los tipos de interés a largo plazo. No obstante, los mercados adictos a la droga de la liquidez temen más a la retirada de estímulos monetarios de los bancos centrales que a la propia inflación. La Reserva Federal sigue insistiendo en que la inflación es coyuntural, provocada por el efecto base de la comparación con el mes de abril del año pasado y por factores transitorios. La Reserva Federal tranquiliza a los mercados asegurándoles que continuará con las inyecciones de liquidez de 120.000 millones de dólares al mes hasta que la recuperación esté consolidada y el empleo recuperado. La tasa de paro todavía permanece en el 6%, con 8 millones de desempleados pendientes de recuperar su trabajo.
Una calma tensa ha vuelto a los mercados, pero el miedo y la volatilidad permanecerán en un escenario incierto de cambios estructurales. Los indicios de inflación son globales. El mundo se enfrenta a una inflación de demanda y de oferta, provocada por profundos cambios en los hábitos de consumo y ahorro del lado de la demanda y en los sistemas de producción, las cadenas de suministro, los modelos de negocio y el mercado de factores en el lado de la oferta. El análisis de los bancos centrales es intencionadamente benévolo, con la intención de preservar la confianza de los inversores. La inflación que viene es tanto de demanda como de oferta. Inflación de demanda propiciada por la explosión de la demanda embalsada tras un año de ahorro forzoso y por unos estímulos monetarios y fiscales sin precedentes. El plan de expansión fiscal del presidente Joe Biden pretende añadir 4 billones de dólares en infraestructuras y ayudas a las familias y al empleo en los próximos 8 años, que se añaden a los 4 billones de dólares del plan de Donald Trump. Para algunos economistas como Larry Summers el plan llega tarde, cuando la economía ya está en plena recuperación, y puede provocar una inflación de demanda explosiva. EEUU alcanzará el PIB de 2019 en el segundo semestre de 2021,un año antes que Europa.
Pero el escenario post-pandemia es más complejo y estructural. La explosión del consumo y la inversión embalsadas van a coincidir con una oferta con una capacidad potencial de producción mermada por la destrucción parcial del tejido productivo, por los cuellos de botella y retrasos de la ruptura de las cadenas de suministro y por los ajustes estructurales en la producción y el consumo que la pandemia y el cambio exponencial de las tecnologías están induciendo. La economía global va a atravesar unos años de ajuste y reasignación de factores estructural en todos los sectores, sistemas de producción , distribución y mercados .El ajuste y recomposición de la oferta es notorio en sectores como el turismo, la industria y el transporte marítimo ,terrestre y aéreo que han sufrido una crisis profunda ,con la desaparición de parte de su tejido productivo , la parálisis de la inversión y la reasignación de los recursos a otros mercados. La escasez de vehículos de transporte marítimo, terrestre y aéreo, incluso de contenedores y el incremento de los costes está provocando grandes retrasos en las entregas, impactando en el ritmo de producción de las industrias a nivel global y en el incremento de los precios de los bienes finales.
La producción de microchips y semiconductores cuya fabricación está concentrada en el 80% en Taiwán y Corea del Sur, con compañías como TSMC y Samsung como principales productores, es insuficiente para satisfacer la explosión de la demanda post pandemia de los múltiples productos de consumo que llevan incorporados chips: automóviles, electrodomésticos, ordenadores, robótica y equipos de producción etc. Lo cual está provocando retrasos en las entregas y subidas de precios. Los inventarios están en mínimos y hay una competencia global por el aprovisionamiento. La reacción de los gobiernos y de las grandes empresas ante el equilibrio entre eficiencia y seguridad, es apostar por la seguridad sacrificando la eficiencia, e incurriendo en mayores costos y precios finales. En el sector del automóvil y transporte comercial de segunda mano las subidas de los precios son históricas sobrepasando el 10%. Las cadenas de suministro se están diversificando y acercando, en una búsqueda de mayor seguridad a cambio de una menor eficiencia y un mayor costo. El impacto sobre el incremento de los precios es estructural y puede permanecer en el tiempo. Todo va a depender de qué los países adopten reformas estructurales que faciliten el ajuste y minimicen el costo de la transición.
Similares ajustes se están produciendo en los mercados de materias primas. El cobre, el aluminio, el hierro y otros están en un nuevo súper ciclo de subida de precios. También las materias primas agrícolas. Pero quizás la principal transformación es la de los mercados de trabajo. La pandemia ha acelerado tendencias subyacentes como la convergencia de las nuevas tecnologías y su uso exponencial en la transformación de los modelos de negocio de las empresas. Lo cual está induciendo una transformación intensa y rápida en la calidad y competencias requeridas a los trabajadores. Existe una gran demanda de mano de obra cualificada, no satisfecha, y un excedente de oferta no cualificada. Este escenario determina una asimetría en el mercado de trabajo: la demanda y los salarios de los trabajadores cualificados se dispara y el empleo y los salarios de los no cualificados se hunde. Este escenario propicia un mercado dual y desempleo estructural conviviendo con subidas de salarios e inflación.
Resumiendo, la explosión de la demanda agregada post pandemia se puede enfrentar a una oferta mermada, en proceso de ajuste, recomposición y reestructuración, que puede ser duradera y crear tensiones tanto de abastecimiento como de inflación. Los costos de transición permanecerán hasta que se complete el ajuste de los modelos de negocio y la reasignación de los factores de producción. Los procesos de ajuste, recomposición y reasignación pueden ser duraderos creando tensiones de escasez, inflación y desempleo si no van acompañados de reformas estructurales que faciliten el ajuste y reduzcan los costes de adaptación de los modelos de negocio y de reasignación de recursos. Europa tendrá que hacer frente a este escenario con un año de retraso con respecto a Estados Unidos. El plan de recuperación europeo Next Generation UE tiene la finalidad impulsar el ajuste hacia un sistema socio-económico más productivo, competitivo, verde, digital y sostenible. Para que este proceso sea eficiente debe de ir acompañado por las reformas estructurales pendientes, tanto en el sector público como en el privado. Es la recomendación del Banco de España al Gobierno en el último informe anual, en el que describe las 6 reformas fundamentales para avanzar hacia un nuevo modelo de crecimiento estable y sostenible.
También te puede interesar