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El proyecto de Presupuestos del Estado para 2021 es irreal por exceso de un optimismo lleno de ideología y falta de pragmatismo. Tras su lectura queda la impresión de que tras la suspensión temporal de las reglas fiscales, cualquier gasto y desviación presupuestaria están permitidos. Planteamiento peligroso para un Gobierno despilfarrador e irresponsable. Pero hay que leer el acuerdo completo. Bruselas dice textualmente que "los socios europeos podrán desviarse de la senda de estabilidad siempre que la desviación no ponga en peligro la sostenibilidad presupuestaria a medio plazo". El proyecto de presupuesto no lo garantiza. España a diferencia de otros socios, parte de una situación presupuestaria muy debilitada, con el déficit estructural más alto de la Eurozona y una deuda pública del 110% del PIB. Sin embargo el Gobierno Español no se ha molestado en elaborar un plan presupuestario a medio plazo que garantice la vuelta a la senda de estabilidad y sea creíble ante Bruselas y los inversores internacionales.
El cuadro macroeconómico que sustenta el Presupuesto es irreal tras la constatación de que la segunda ola de contagios está abortando la reciente recuperación, con riesgo de una segunda recesión. La segunda ola está afectando especialmente Europa y dentro de Europa a España. Recientemente el Bundesbank advertía a que la segunda ola de contagio podía llevar a Alemania al estancamiento. España es el país de la OCDE más afectado por la pandemia, sanitaria y económicamente. No puede descartarse un estancamiento o segunda recesión en los próximos trimestres. Partiendo de este escenario, las previsiones del cuadro macroeconómico de los Presupuestos de 2021 no son realistas y tampoco los ingresos tributarios previstos. El cuadro macroeconómico prevé en 2021 una intensa recuperación del PIB nominal de España del 10,8%. Previsión excesivamente optimista. El decreto de alarma y su aplicación a la restricción de la movilidad y a los confinamientos territoriales durante seis meses está destruyendo la escasa confianza de consumidores y empresarios.
Todo se agravará a partir de diciembre. En el primer semestre de 2021 empezarán a vencer los periodos de carencia de los créditos ICO, muchas pymes con los negocios cerrados se declararán insolventes. El Gobierno y los bancos tendrán que proceder a una restructuración de la deuda para evitar la debacle. Pensar que en esta situación el consumo privado va a crecer el 10,7%, la inversión empresarial el 15% y las exportaciones el 18%, como contemplan los presupuestos, es increíble. Los gastos son ciertos,los ingresos inciertos. Es preocupante que el 70% sean gastos corrientes y el 30% de inversión, 27.000 millones a cuenta de las subvenciones del Plan de Recuperación Europeo, que no llegarán hasta el segundo semestre de 2021, si llegan en su totalidad. Los ingresos por el contrario son inciertos y la previsión es que aumenten hasta alcanzar un el 41,6% del PIB, previsión que es irreal. La consecuencia es que el déficit público previsto del -7,7% no se cumplirá. Llegado este momento los inversores internacionales se preguntarán si España puede garantizar la sostenibilidad de una deuda que podría alcanzar el 130% del PIB. El Gobierno español mirará suplicante al BCE con la esperanza de que siga comprando su deuda, sin límite.
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