Opinión
Eduardo Florido
El estancamiento retórico de García Pimienta
Vamos de cabeza a un fin de semana electoral de tremenda importancia para Andalucía. El domingo 19 de junio los andaluces estamos llamados a las urnas para elegir un nuevo Parlamento andaluz del que saldrá el próximo Gobierno de Andalucía.
Ahora que ya ha terminado, por fin, la campaña electoral, podemos resumir que todos los partidos se afanaron en convencer indecisos, movilizar al electorado y pedir no solo el voto a los electores, sino políticas a sus oponentes que les saquen del posible embrollo de coaliciones en el que les pueden meter los resultados electorales.
Porque esto es así. El domingo ganan todos, independientemente del resultado y salvo catástrofe que alguna se augura, siempre habrá un argumentario para justificar unos resultados electorales malos: nos han votado más que la última vez, tenemos la llave del gobierno, somos la minoría que no va a permanecer callada... elijan la opción que más les convenza y esperen a escucharla el domingo.
Antes tocó jugar a las peticiones al rival. "Si ganamos, deben dejar que gobernemos", "que se abstengan y nos dejen mandar a nosotros solos". Argumentos no les faltan, lo que no tienen son ejemplos de haber dejado hacer al rival lo mismo cuando ellos se encontraron en la otra cara de la moneda.
Y es que un buen político debería manejar solo los argumentos y posiciones por las que ha pasado. Entonces sí sonarían convincentes sus propuestas. Lo que no puedes ser es ponerse a reclamar justicia democrática y cuando pasas por idéntica situación ponerse de perfil y manzanas traigo.
No les creemos y nos aburren sus mensajes vacíos y carentes del más poderoso de los argumentos: Yo lo hice. No me importó el signo político al que representaba y pensé en qué era lo mejor para los ciudadanos. Dudo que alguno pueda decirlo algún día.
Después ni se inmutan si la participación es baja. Bueno, sí. Si pierden será un gran argumento para justificar unos malos resultados. Apúntenmelo como mi opción para escuchar este domingo. A los que ganen ni preguntarán por el dato.
Venimos de la segunda participación más baja en unas elecciones autonómicas en Andalucía. En 2018 votó un 56,6 % del electorado, solo en 1990 fue menor. Desencanto generalizado o no. Ya lo veremos. Como también veremos si aplican alguna vez la misma vara de medir con la que lo hacen al contrario.
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