La ventana
Luis Carlos Peris
Reventa y colas para la traca final
Fragmentos
Se han perfilado dos debates en la ciudad como son el mantenimiento del comercio tradicional y la peatonalización. Son cuestiones que en mi opinión forman parte de una misma ecuación. Es decir, que no se va a poder resolver una sin resolver la otra. En primer lugar, el comercio tradicional no es más que una de las variantes del mantenimiento del pequeño comercio, que tiene su antagonista en los centros comerciales. Y en ese antagonismo (comercio tradicional y centros comerciales) creo que las posiciones se clarifican si se utiliza la accesibilidad para marcar las diferencias. El comercio tradicional mejora con más calles peatonales y buen transporte público y los grandes centros comerciales están concebidos para el automóvil privado y el aparcamiento, que permite recoger público de amplias zonas urbanas y metropolitanas.
En Sevilla las calles peatonales han sido desde siempre comerciales. Sierpes, Cerrajería, Sagasta, Francos, Álvarez Quintero, Chicarreros, Chapineros, Córdoba, Lineros, Puente y Pellón, Regina. Y se cerraba al tráfico la calle Feria desde San Juan de la Palma hasta la Cruz Verde, para montar el Jueves. Por eso da alegría ver como otras calles de Sevilla, al convertirse en peatonales, recuperan su mejor esencia comercial, de concurrencia y paseo de los vecinos. Estoy pensando en la calle Asunción en Los Remedios donde recientemente han abierto despachos los hornos de dulces tradicionales La Rondeña, de Sanlúcar de Barrameda, y San Joaquín, de Alcalá de Guadaíra, para mejorar oferta y hacer que algunos alarguemos el paseo hasta Asunción, y San Jacinto, en Triana, de las que estamos disfrutando de su mejor versión. El tramo peatonal de San Jacinto es un ir y venir de paseantes. Con veladores, con tiendas abiertas. También es un lugar de familia y de amigos. Los bares ayudan a las tiendas y las tiendas ayudan a los bares y coexisten nuevos negocios con los de toda la vida. Nada nuevo. Siempre sucede así al hacer peatonales algunas calles centrales de barrios y ciudades. Aunque también forma parte de la tradición de estos procesos la reticencia inicial de algunos vecinos y comerciantes. Pero son muchos los beneficios si el proceso culmina. Para el comercio, porque mejoran las ventas. Para los propietarios de los inmuebles (todavía no conozco ninguna zona peatonal dónde hayan bajado los precios de los locales). Y también es beneficioso para los vecinos porque aparecen nuevos lugares de encuentro o se recuperan algunos perdidos que estaban ocupados por los coches.
Para que termine de funcionar la fórmula es necesario un buen transporte público. Ahora se estudia la peatonalización desde la Encarnación hasta la Plaza del Duque. Será beneficioso para el comercio, sin duda, pero hay que resolver la accesibilidad en transporte público. La línea 2 del Metro tenía previstas paradas en la Encarnación y el Duque. Si no hay Metro tendrán que plantearse alternativas. Ejemplos hay en todo el mundo de compatibilizar accesibilidad, peatonalización, transporte público y pequeño comercio. Porque a las tiendas se va andando.
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